Kim

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Me encantan las fiestas.
Especialmente ese sentimiento que te provocan.
Como si pertenecieras a un todo. Por solo un momento todos son iguales. No hay prejuicios. Solo felicidad. Por lo menos como yo lo veo.
Pero justo ahora con Tanya sentada en las escaleras de su casa, cantando una canción de desamor mientras sostiene un vaso rojo en su mano, no estoy disfrutando mucho esto.
Traté de convencerla de que tener una fiesta era una mala idea. Sus padres habían salido por el fin de semana, pero probablemente regresarían mañana por la tarde, lo cual sumado al hecho de era la semana de exámenes finales antes de vacaciones de invierno... Si, no era la idea más inteligente.
Pero Tan había dicho que no había mejor manera de olvidar a un ex novio que bebiendo, y dado que recientemente había terminado una relación de dos años, no tenía mucho que decir.
-¡Kimberly! ¡Ven aquí! - Me grita mi amiga, dando unas palmaditas en el escalón, pidiéndome que me sentara a su lado. Lo hago, suspirando fuertemente. Hay muchas cosas que deseas hacer antes de morir. Cuidar a Tanya ebria no es una de ellas, créeme.
-¿Donde esta tu vaso? - Me pregunta, arrastrando las palabras.
- No tengo uno -Respondo simplemente.
-Ten el mío. He bebido suficiente.
Me río, tomando el vaso. No había manera en el mundo que estuviera hablando en serio.
-Si, claro, apuesto a que terminaras bebiéndote hasta el licor del viejo Bob cuando las provisiones se acaben.
-¡Debimos haberlo invitado! -Exclama muy seria, ignorando mi comentario.
El viejo Bob era su vecino, un anciano de unos 78 años que se pasaba las tarde bebiendo licor en su jardín.
-Si claro -Dije - A el le habría encantado.
-¡Claro que si! Iré por el -Dijo levantándose y caminado hacia la entrada, esquivando los cuerpos que bailaban amontonados al rededor de su sala. ¿Quien había invitado a tantas personas?
La música sonaba muy fuerte, siendo sinceros, no tenía ni idea donde habían conseguido un equipo de sonido tan grande y a quien se le había ocurrido ponerlo sobre la mesa del comedor. Idiotas.
Le doy un trago a mi vaso y camino detrás de Tanya, dispuesta a impedir que saliera.
Esa será una noche muy larga.

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