Kim

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Así que él era el famoso Daniel.
El hermano de Tanya. El chico del que nunca dejaba de hablar.
En serio, conocía a ese chico mejor que a mi madre. No es broma.
No se que estaba esperando cuando apareció frente a nosotros y Tanya lo llamo, pero definitivamente no era un chico tan... Caliente.
Con su cabello negro, su piel blanca y su cuerpo bien definido, era el David de Miguel Ángel de la Época Contemporánea.
Y el lo sabia.
Podías notarlo en la forma en que se paraba, caminaba e ¡incluso en la forma en la que hablaba! Tal vez piensen que estoy exagerando pero les pondré un ejemplo. ¿Recuerdan la primera vez que vieron al chico mas sexy del mundo frente a ustedes? ¿Recuerdan como les quito la respiración? ¿Recuerdan como querían ir a hablarle y proponerle que fuera el progenitor de sus hijos? Si. Algo así acaba de pasarme. Solo que jamás lo admitiría. Ni en una eternidad.
-Aguafiestas -Dice Tanya, disgustada. -Mejor sacamos a todos de aquí, antes de que el Señor Arruina Fiestas se enfade mas.
-Eres tan madura- Le digo sonriendo.
-Cállate y ayúdame, el piso se esta moviendo. -Responde riéndose.
-Eso es por todo el licor del viejo Bob que tomaste -Bromeo.
-En serio debimos invitarlo. -Replica.

***

-Al fin-. Dije colocando la ultima bolsa de basura en el contenedor.
La fiesta había terminado hace unas dos horas y habíamos comenzado a limpiar todo el desastre. Obviamente, Tan se quedo dormida unos minutos después y tuve que terminar todo el trabajo yo sola. Genial.
Miro el reloj. Faltan unos minutos para las 3am.
Me dirijo a la habitación de Tanya para buscar mi bolso. Planeaba quedarme aquí, pero considerando la inesperada llegada del "Daniel el gruñón" no creo que sea buena idea.
En el cuarto de mi amiga, decido cambiar el diminuto vestido que Tanya me obligo a ponerme, por mis desgastados jean, y la  playera simple de color gris que traía cuando llegue.
Después de tomar mis cosas, bajo a la cocina para dejarle una nota a Tanya, pero encuentro a Daniel parado frente al refrigerador, con unos pantalones de pijama y, santa madre de los chicos calientes, sin playera, tomando un vaso de leche tranquilamente. Me quedo mirando su musculoso pecho, impresionada por su forma, esta torneado pero no exagerado, como en esas revistas con hombres que parecen sacados de la lucha libre en sus portadas. No. El solo esta marcado. Y ohhh su abdomen, podría mirar su abdomen todo el día y no cansarme nunca.
Creo que ha quedado claro que la sutileza no es lo mío, así que cuando el carraspea, me cuesta alejar la vista de su cuerpo, y cuando lo miro a la cara tiene una expresión entre divertida y egocéntrica, como si eso le sucediera todo el tiempo. Probablemente si le pasa, pero aún así.
Y me esta mirando, descaradamente recorre mi cuerpo con su mirada. Cuando llega a mi cara se detiene mas de lo necesario en mis labios, sonríe y me mira a los ojos.
-Estoy sorprendido.-Dice.
Lo miro, con el ceño fruncido. ¿A que se refiere?
-¿Disculpa?
-La casa, la limpiaste.
Mi cara se pone como un tomate. Por un momento creí que se refería a mi. Idiota. A el no lo impresionaría nadie que no sea una modelo de Victoria Secret.
-Ah, eso -Respondo, poniendo mi bolso sobre mi hombro.-No fue nada.
No dice nada después de eso. Solo sigue mirando. Lo cual seria genial, ni tan solo no tuviera el ceño fruncido y expresión de asco.
-Buenooooo... Yo... Ya me iba. Adiós.
-Te acompaño a tu auto.
-No traje mi auto.
-¿Como planeas irte, entonces?
-¿Caminando?
-¿Acaso estas loca? -Me mira como si hubiera perdido la razón-¿Ya viste la hora que es? No puedes irte caminando. Vamos, te llevaré.
Me río. Olvide que este chico no me conoce.
-Eres muy amable en serio, pero vivo a unas casas de aquí, no creo me pase nada.
-Oh, bueno aun así, no te matará que te acompañe ¿no?. Acabas de limpiar el desastre de mi hermana. Es lo menos que puedo hacer.
Al parecer no me había creído cuando le dije que había sido mi culpa, supongo que debido a mis magnificas habilidades de mentira y engaño. Genial.
-Esta bien.- Digo, simplemente.
Me dirijo a la puerta principal, con Daniel siguiéndome. Estoy abriendo la puerta cuando recuerdo algo. Lo miro, con el ceño fruncido.
-¿Saldrás así?
-¿Así cómo?-Pregunta confundido.
-Ya sabes... Sin playera.
-Si, a menos que te incomode. -Dice moviendo las cejas provocativamente.
Ahí esta de nuevo, el chico pretensioso. Creo que necesita que alguien le quite los aires de grandeza.
-En realidad, si. -Le digo, poniendo cara de asco, como si su perfecto abdomen fuera lo más asqueroso que he visto en mi vida.
Sabe que estoy mintiendo. Se ríe y toma una sudadera del perchero.
Salimos y caminamos hasta mi casa. Sin decir nada. Desearía que no se hubiera puesto la sudadera. Así al menos podría admirarlo un poco. Al llegar a mi casa lo miro y le digo.
-¿Ves? Sana y salva.
-Lo veo.
-Gracias por acompañarme-Digo al momento que me volteo, dispuesta a entrar, sin despedirme.
-Oye.
Volteo.
-¿Si?
-Olvídalo, no es nada- Dice.
Okaaaaaay. Raro. Pongo los ojos en blanco mientras entro a mi casa.
-Buenas noches,Kim.
Me quedo parada en mi entrada. Sabe mi nombre. ¿Cómo sabe mi nombre? Cuando por fin volteo, el ya esta caminado de vuelta a su casa.
Okaaaaay. Más raro.

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