Esta supervivencia

10 3 2
                                    

Perdoné el crimen de tu boca, la alevosía de cada beso sin licencia, apurando anocheceres de luciérnagas inquietas

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Perdoné el crimen de tu boca, la alevosía de cada beso sin licencia, apurando anocheceres de luciérnagas inquietas. Y mi perdón fue tan honesto, tan profundo y certero, que casi me he olvidado de las miserias de nuestros labios, absorbiéndose con urgente y deletérea intención.

Perdoné la alegría y el ruido, la alborotadora presencia de tus pies en el salón y la fugaz primavera que albergaban tus ojos. Aún no sé cómo pude hacerlo, cómo fui capaz de aparcar el odio y los reclamos del pecho cuando, a voces y rompiendo el mobiliario, juraba que te arrancaría del afecto. Sin embargo, sigues ahí, en el rincón de los amores tibios y los abrazos del arraigo. Ahora sólo me acuerdo del dibujo de tu boca, no de las injurias proferidas; de la risa y la armonía de tus luces, no de la amargura de tus sombras; del vuelo valiente que ofrecían tus pupilas, no de las promesas rotas.

Así es como he logrado sobrevivir.

Mis insolencias (Retratos y latidos)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora