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Jaylan Sellers

¡No vuelvo a tomar!

Nunca había tenido algo parecido a la resaca, quizás algo como haberme desvelado sí, pero que involucrara alcohol, jamás.

En gran parte mi dolor de cabeza se debe al grado de alcohol que bebi ayer, pero también debe darle muchos créditos a lo que hice por culpa de el.

Dolor de cabeza, mareo, me duele todo y necesito urgentemente agua. Pero no tenía fuerzas para gritar por ella o levantarme.

No había palabras para expresar la vergüenza que sintió ahora mismo, no puedo creer que tuve las agallas de confesarle todo y eso, y por si fuera poco, me atreví a besarlo.

¡¿En qué estabas pensando, Jaylan Sellers?!

Besar al chico más aclamado en toda la universidad como si fuera una pared, ¿Es en serio? ¡Perdiste toda tu cordura!

Luego de una reprensión de mi yo interno, decidí que lo mejor era aceptar lo que hice.

Me había preocupado bastante por eso, pero después de tiempo descubrí que, lo que en verdad me estaba aterrando, es que no recuerdo lo que hizo Zahir conmigo.

Sé bien que no llegamos a más, pero luego de besarlo, no podía recordar qué más pasó, lo único que sabía era que alguien me trajo a casa.

¿Qué pasó luego de eso? ¿Siguió el beso? ¿Me apartó? O al menos, ¿Fue alguien que conozca quién me trajo?

Tenía muchas dudas y pocas ganas de resolverlas.

—¿Puedo entrar? —dijeron al otro lado de mi puerta.

—Adelante— señalé debajo de las sábanas.

—Creí que aún no despertarías— comentó mi madre —acepto que, no pensé que algún día llegarías ebrio, Jay.

—No te preocupes, fue primera y última vez— confesé en agonía —¿Por qué me dejaste ir?

—Era la primera vez que alguien venía presentándose como tus amigos— soltó y quitó las sábanas de mi —me alegré de saber que podías empezar a tener más amistades.

Tapé mis ojos con mis brazos, aún regocijado.

—¿Quién me trajo?

—Uno de los gemelos de ayer— añadió —no recuerdo su nombre ... ¿Yerald?

—Yered— la corregí levantándome poco a poco.

Rasqué mis ojos hasta enfocar levemente la imagen de Kiromi Sellers.

Realmente, siempre me sorprendía de ver la juventud de mi madre, cuando estaba en la secundaria, muchas veces pensaban que era mi hermana mayor.

Pero, conforme los años pasaron, ya se podía diferenciar entre mi madre y una jóven, aún así, yo sé que ella tiene muchos hombres detrás suya.

Solo ella no me ha querido decir por qué no ha empezado los trámites para volver a tener su apellido original que el marital, después de todo, ya ha pasado un tiempo desde que tiene oportunidad.

—Alguien vino a traerte esto en la mañana— indicó, y puso delante de mi una bolsa de cartón.

—¿Quién y por qué?— fue mi pregunta antes de abrirla.

—Mmh— se levantó y se dirigió a la puerta con misterio —me dijo que eso era para la resaca, y que esperaba estés mejor.

La miré entre cerrando mis ojos, esperando la última respuesta.

Sin Miedo (O'Conner #1/Gay)Unde poveștirile trăiesc. Descoperă acum