02.

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Jaylan Sellers

Una buena satisfacción llegó, ya solo faltaba una sola clase para poder regresar a casa.

La monotonía de hacer lo mismo todos los días de la semana no era algo que me molestase, todo lo contrario, yo disfrutaba no tener que soportar nuevas experiencias que probablemente no me gusten.

Estaba bien con eso, ir a la escuela y regresar.

Y en mi última clase, era la que mejor se adaptaba a mi, porque usualmente, todos los maestros de universidad van perdiendo autoridad, y en realidad no les importa si estás en clase o no, pero había un maestro en especial que quería total control en su clase, incluído el silencio.

Eso significa, que no podíamos hablar entre nosotros, y eso me agradaba, no tener que oír las voces chillantes y escandalosas de todos.

Al menos no de la mayoría.

—¡Veinte años de hermandad! ¡¿Y no puedes pasarme la respuesta del ejercicio diez?!— se quejó un chico dos asientos enfrente de mí.

—¿Te parezco yo, una persona que tenga la respuesta del ejercicio diez?— explicó otro chico a su lado, sin importancia, simplemente señalándose.

Yered y Glenn podrían ser bien llamados la definición de polos opuestos.
Los gemelos no tan gemelos.

Y es que, supuestamente ellos son gemelos, tienen varias similitudes físicas, pero no sé requiere de mucho detenimiento para diferenciar uno del otro, además de que, los dos castaños podían diferenciarse de tan solo ver su comportamiento.

Glenn Payne se caracterizaba por ser extrovertido, amistoso, muchas veces demasiado torpe, pero siempre acostumbraba ser el alma de la fiesta, solo que, no parece prestar mucha atención a las clases.

Mientras que Yered Payne, prefería guardar su distancia con las personas, casi siempre lo asimilaban de ser el típico chico malo, desinteresado y que la mayoría del tiempo estaba haciendo malos gestos.

Ambos tenían una considerable estatura, muy pálidos, su cabello castaño siempre caía hacia ambos lados, y lo que a la gente le llamaba la atención de ellos, eran sus ojos blancos.

Una sola mirada de Yered, y se podía sentir cómo succionaba tu alma.

Claro que, además de eso, sus vestimentas también eran diferentes, incluídos algunos accesorios de la cara como los piercings.

Eran tan diferentes, pero al mismo tiempo tan iguales.

Me recordaba a alguien...

—¡Pásame la diez!— insistió Glenn sacándome de esa tonta idea que cruzó por mi mente.

—¡Guarda silencio o lo que voy a pasarte será un golpe en la cabeza!— lo regañó su hermano elevando su puño.

—Silencio— fue lo único que pudo decir el maestro con mucha autoridad.

—Eres el peor hermano del mundo, tu conciencia quedará sucia y arrepentida por toda tu vida— terminó de decir en un susurro el que llevaba un piercing en la oreja.

Lo último que observé de Yered, fue que se rindió internamente, chasqueó la lengua y en lugar de ignorar a Glenn, se dispuso a resolver el ejercicio diez.

Diré lo que sea respecto a ellos, pero nadie podrá nunca decir que no al hecho de que los dos a pesar de pelear, se querían bastante.

Rodé los ojos negando, sí, sí, viva la hermandad.

Yo había acabado los ejercicios hace tiempo, solo quería observar a las demás personas desde mi asiento hasta atrás, miré a todos desde la parte izquierda del aula hasta la parte derecha.

Sin Miedo (O'Conner #1/Gay)Where stories live. Discover now