—Como si ellas tuvieran la sangre muy pura —me quejé totalmente indignada.

—¿De qué hablas? —preguntó Abner entrando al salón.

—¡Soy una Halfer! —grité enseñándole mi móvil. Él leyó el significado y rio.

—Kinn, tu sangre es de la realeza.

—¡Pero nadie sabe eso! —exclamé sintiendo como mi cara se ponía roja de ira. —¿Y qué tiene su alguien es mezcla de razas? Estoy segura de que la mayoría de ellas son así a pesar de que no lo sepan.

—Debes ser un poco más tolerante, o no durarás ni un mes aquí.

—Solo lo dices por no tener que ir a la escuela.

—Pero debo conseguir un trabajo, y tú también.

—¡Había olvidado eso!— me quejé pataleando en el sofá. —Abner, ¿Es muy tarde para volver a Caleum?

—¿De verdad te estás arrepintiendo? No llevamos ni una semana aquí, debe haber algo entretenido para ti.

—¿Algo entretenido como la escuela y trabajar? —pregunté rodando los ojos.

—Bueno, piensa en eso. La gente común hace esas cosas diariamente, y no tienen la oportunidad de quejarse y cambiar de rutina porque es lo que hacen para sobrevivir.

—Escribiré eso en mi bitácora. Gracias, Abner, por un momento olvidé el motivo por el cual estoy aquí.

—Estamos — corrigió y yo reí. —Espero que me vuelvan duque o algo así después de esto.

Las palabras de Abner me habían hecho recapacitar. Había hecho esta lección porque realmente quería conocer la verdadera vida de un ciudadano promedio. Aun así creía que tenía ciertas comodidades, una casa, dinero y, a pesar de que no tenía a mis padres, tenía a Abner conmigo, cosas que quizás muchas otras personas no podían optar.

Mi travesía para encontrar trabajo había comenzado, pero era más difícil de lo que pensé. De todas formas, me gustaba pasear por las calles repletas de gente. Era como un nuevo mundo para mí, el ruido, la gente apurada, vendedores ambulantes, personas que mostraban sus talentos como el canto, baile e incluso había un chico haciendo trucos con una pelota de futbol. Estaba tan maravillada, que a todos les dejaba dinero y cuando me di cuenta, solo me quedaban un par de monedas.

Mientras miraba uno de los shows, leí un cartel que decía "se necesita persona", así que no esperé nada y con una sonrisa entré a la tienda. Habían joyas por todas partes y de todos los tipos, ni mi madre tenía una colección así de enorme. Una chica se acercó a mi lado, y me sonrió de vuelta.

—¿Necesitas algo?

—No, venía por la oferta de trabajo —dije señalando el cartel en la puerta. Le entregué el currículo que Abner había hecho para mí y la sonrisa de la chica desapareció.

—Lo siento, Kim Hara —se disculpó, y no miento cuando digo que estuve a punto de corregir mi nombre por "Kinara". —No tienes experiencia.

—Pero puedo aprender rápido.

—No tenemos tiempo para enseñarle a alguien —respondió antes de irse.

Fantástico, ¿Cómo quieren que tenga experiencia si nadie me contrata por no tener experiencia? No entendía demasiado la lógica, pero aún tenía otras opciones, o al menos eso creía.

Dos, tres, cuatro, cinco y seis lugares más, pero todos tenían una excusa distinta. Eres menor de edad, no tienes experiencia, tu horario no calza con el de nosotros, solo buscamos hombres, ¡Incluso que no tenía el físico apropiado!

Proyecto princesa; kim tae.Where stories live. Discover now