— joder alissa....— susurré con la voz rajada.

Miré la hora y eran las cinco de la mañana, hacia bastante frío.

Estaba arrinconada en la esquina para poder entrar en calor.

— no me jodas despertándome — dije enojado y fui a encender la luz pero recordé que me faltaban bombillas para mi habitación.

Me acerqué a ella y su color de piel era morada por el frío.

Le quite el trapo de la boca.

— ¿que te pasa ahora? —

No hablaba solo tiritaba y lloraba.

— si no es nada me voy a la cama y más te vale no hacer ruidos —

— f-frío — susurró antes de ponerle el trapo en la boca.

— no tengo más mantas — mentí.

Me metí a la cama de nuevo.

Odio dormir con luz y más odio tener que soportar ruidos, sus llantos eran constantes al igual que sus estornudos.

— ¡joder! — me levanté agitado y ella se encogió esperando al golpe que no le iba a dar.

Fui a buscar una manta y la cubrí.

Poco a poco dejo de temblar y pude dormir por fin.

[...]

Me levanté a las seis de la mañana como de costumbre, vi por la ventana como empezaba a salir el sol.

Busque con mi mirada a la niña y estaba en la misma esquina tapada de pies a cabeza con la manta.

Fui sin hacer ruido a la cocina para hacerme un café caliente, lo necesitaba.

Hoy tendría que ir a comprar varias cosas para la casa, comida ante todo. Llamaría a Ian para que me acompañe.

[...]

— busca pan para tostadas — le dije a Ian.

Odiaba los supermercados, me estresaba no encontrar lo que buscaba, tener que esperar la maldita cola donde la vieja tardaba horas en despachar a un cliente en la caja.

— creo que es suficiente —dije y fuimos a la cola.

En uno de los pasillos vi a una niña que se me hacía familiar, se perdió entre los pasillos.

— ahora vuelvo — dije.

— a donde vas ahora... — dijo Ian pero no le respondí.

Iba buscando ese pequeño cuerpo entre los pasillos pero no la veía.

Me metí en el pasillo de los dulces y ahí estaba ella pensando en que escoger.

Mi pequeña Lucy con los ojos brillantes por querer escoger todo los dulces.

Me acerqué a ella y nada más verme se lanzó a abrazarme.

— ¡te echaba de menos! — chillo feliz.

Estaba contento de verla.

— yo también a ti princesa ¿como estás? ¿Donde está mamá? — pregunté.

— bien, ella me dijo que podía ir al pasillo de los dulces para escoger algo —

Cogió una tableta de chocolate y sonrió.

— Lucy, cariño donde estás —

Al verme se le cambio la cara.

— mmm hola —

MI GUARDIÁNWhere stories live. Discover now