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Deseo.
Puro y fugaz deseo.
Nos besábamos con desenfreno y pasión, el alcohol formaba parte de nuestro sistema, el raciocinio y la cordura eran algo que hace horas ya no tenía.
Ella y yo éramos uno solo.
Su cabello rojo era halado desde la nuca por mis manos que intentaban buscar más cercanía. Nos movimos por la habitación entre besos, pretendiendo buscar la cama.
Su cuerpo temblaba ante mi contacto, y sus rodillas flaqueaban, subí sus piernas para que las enredara en mi cintura y chocamos contra la pared.
Haciendo fricción de forma inocente con nuestras intimidades.
Nos movimos un poco más y finalmente, entre tropezones y mordiscos caímos a la cama en medio de risas sin sentido.
Los recuerdos de lo que sucedió aquella noche quedaron plagados en mi memoria por los siguientes días.
Hasta que llegó el momento de la verdad, yo, enterándome de que próximamente me convertiría en padre.
Y aquí Buffalo Reader, bienvenido seas a la columna más ñoña y "fraternal" de este periódico. Diario. Tabloide.
