—Señor Romeo —dijo tras abrir la portezuela.

—¡Usted! —dijo Terry con sorpresa pero a la vez sintió alivio de ver al empleado del transatlántico que le ayudó el último día a bordo. Lo escrutó rápidamente, lucia diferente vestido de aquella manera tan formal

—¿Problemas con tu damisela? —le preguntó con una sonrisa invitándolo a subir. Terry asintió y n silencio subió al coche de alquiler en silencio. —al Hotel Savoy —Le ordenó al chofer.

—Si, si ya sé —comenzó a decir el hombre —¿te preguntarás que hago con esta ropa tan elegantes? —sonrió ante el asentimiento de Terry. Iba a contarle la verdad, después de todo no había razón para seguir ocultándoselo —en realidad no era un camarero como te hice creer, mi nombre es Adam Scott, conde de Portland, pero puedes llamarme solamente Adam, odio los formalismos —extendió sus piernas —me vi obligado a fingir ser un miembro de la tripulación luego de la fiesta de fin de año —suspiró

—¿Por que? —preguntó Terry sin salir de su asombro

—Todo iba de maravilla hasta esa noche que se me ocurrió asistir a esa condenada fiesta de fin de año, creí tontamente que todo iría bien mientras mi rostro estuviera oculto detrás de aquella máscara, pero no fue así —resopló —me encontraba disfrutando de la velada cuando una molesta joven se acercó a mi y comenzó a conversar tras quitarse su mascara. No niego que la joven era hermosa pero su voz me resultó irritante. No quise ser descortés con ella, así que me quedé allí escuchándola por unos minutos hasta que me llamó por mi nombre. Obviamente le dije que me estaba confundiendo y la muy descarada me dijo que no, ya que me había investigado. Fue entonces cuando decidí jugar el papel de empleado del barco —sonrió —le dije que yo no era la persona que ella decía, que en realidad solo me había hecho pasar por esa persona para que él mantuviera su privacidad, pero que yo en realidad era un simple empleado de la cocina. Si hubieras visto su rostro de repugnancia —completó echándose a reír, consiguiendo que Terry se le uniera.

—Hemos llegado —les anunció el chofer tras detener el coche de alquiler.

—Aguarde por nosotros —dijo Lord Scott dirigiéndose al chofer cuando este abrió la portezuela. Se detuvo al reconocer a cierta joven al otro lado de la calle

—¿Que pasa? —preguntó Terry al ver que cerraba la portezuela.

—La chica de la que te conté, está al otro lado de la calle.

Los ojos de Terry se abrieron ante la sorpresa de ver que se trataba de Elisa Leagan, pero su sorpresa fue mayor al ver como aquella serpiente infernal hablaba con su madrastra, su medio hermano y un tercera persona a quien jamás había visto pero que en ese momento portaba un uniforme de chofer de la casa Grantchester.

Ahora todo cobraba sentido. Sus fuertes pulsaciones tenían una razón de ser. No se necesitaba ser un genio para llegar a la conclusión que si aquellas serpientes estaban juntas, Candy era el blanco.

—Adam, necesitaré tu ayuda —dijo Terry al ver que Elisa ingresaba al Hotel

—Oh no amigo, llámame cobarde si así lo deseas, pero por nada del mundo me expondré a que esa irritante pelirroja me vea y descubra quien soy realmente.

—Ella se ha marchado.

—En ese caso, cuenta conmigo.

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