04.- El Peso del Pasado

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Después de mi penosa escena en el metro, Dongwook nos llevó de regreso hasta su auto donde me dió un sermón sobre lo descuidada que soy al llevar una mentira “tan lejos”

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Después de mi penosa escena en el metro, Dongwook nos llevó de regreso hasta su auto donde me dió un sermón sobre lo descuidada que soy al llevar una mentira “tan lejos”. Nunca mencionó a dónde nos dirigiamos hasta llegar a una casa bastante linda. Pidió que me bajará y que él se encargaría de mi pequeña quien seguía dormida en el asiento trasero.

Una vez adentro me hizo sentar en el sofá azul marino que adornaba la sala después de asegurar que recostaría a Anh Soo en la habitación de las visitas. Aproveché para dar un vistazo al rededor: era el típico diseño moderno con tres paredes crema y una gris, cuadros de marco negro y lisos, muebles chocolate y algunas plantas pequeñas en el librero. Había una chimenea –pero no pareciera que es usada– y sobre esta se hayaban fotografías de Dongwook en diferentes etapas de crecimiento.

Tomé especialmente una dónde había un niño pequeño muy lindo pero no era él, entonces el ruido de sus pasos bajando de regreso me hizo dejar la foto en su lugar rápidamente para regresar a dónde se supone que debía estar.

— Lamento si tarde. Si que tiene un agarre fuerte — se quejó mientras masajeaba su cuello.

— Lo sé, y eso que no has visto su mala posición para dormir — reí.

— ¿Igual que su madre?

Su comentario me provocó mirarlo con una ceja alzada.

— Eso es mentira — afirmé.

— ¿Necesito recordarte la cantidad de dinero que gasté en parches para el dolor muscular cada día después de dormir contigo? — respondió con sorna.

Solté una sonora carcajada.

— Ven, vamos a la cocina por lgo de tomar y que ahora sí me digas la verdad.

Un manojo de nervios volvió a atacarme.

Iba detrás de él hasta donde se supone estaba la cocina en esta enorme casa. Fue imposible no silbar después de apreciar aquella espectacular habitación.

— Por favor, siéntate — señaló la isla rodeada de un par de sillas — ¿Té, café, jugo o leche?

— Café.

Se acercó a una cafetera electrica dónde simplemente echó el polvo de café al filtro, vertió agua en un compartimento y bastó con presionar un botón para que el proceso de colación comenzara llenando el espacio donde estábamos del delicioso aroma de la bebida. Mientras estaba listo él se sentó frente a mi con los brazos recargados en la mesa mirándome fijamente esperando a que iniciara mi historia.

Suspiré con pesadez.

— ¿Quieres la versión corta o la extendida? — intenté ser graciosa pero creo que no lo conseguí.

— Quiero la verdad, desde que tú y tu madre se mudaron.

Tomé aire para comenzar mi relato.

La Damisela en Apuros Necesita un Caballero | Lee Dong Wook | Lectora [PAUSADA] Where stories live. Discover now