CAPÍTULO 29

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Increíble como pasa el tiempo de rápido. Ya estoy sonando como una vieja. Pero era cierto, parecía que fue ayer cuando Jaseth apenas abría sus ojitos al mundo, donde era nada más que un pequeño botoncito con ojos grandes, y ahora, seis meses después, estaba irreconocible, ni siquiera parecía ser aquella que sostuve entre mis brazos después de su nacimiento.

Jaseth se había convertido en una pequeña locomotora eléctrica. Había aprendido a gatear, por lo que se trasportaba por toda la casa gatas, y nosotros teníamos que correr detrás de ella, ya que siempre que desaparecía de nuestra vista, era para meterse en problemas. Incluso había aprendido a pararse en sus dos piernitas, si bien no se había largado a caminar, si podía sostenerse fuerte de las sillas y los muebles para intentar obtener lo que había en sus superficies, lo que nos llevó a guardar cualquier cosa potencialmente peligrosa, ya que la primera vez que hizo eso rompió un florero de flores artificiales. Por suerte nadie salió lastimado, pero el susto que nos pegamos no nos lo roba nadie.

Además de la nueva motricidad desarrollada, Jaseth se había vuelto en un infante vivaz, inteligente, zagas, y por supuesto, manipuladora. Seguramente no podía evitarlo, pues, venía en los genes.

A veces me sorprendía lo inteligente que llegaba a ser, incluso con sólo seis meses vividos era capaz de maquinar planes y toda clase de actuaciones para obtener de su padre todo lo que quisiera.

— No me gusta que coma golosinas, es muy pequeña... le saldrán los dientes negros — regañé a Marcus, quien sostenía un caramelo masticable entre los dedos, a unos segundos de desenvolverlo y entregárselo a la llorosa Jaseth.

— ¡No tienes corazón!, no puedo verla llorar así, me hace sentir un mal padre — decía él, con un gesto verdaderamente afligido. Incluso parecía que él sería el siguiente en romper en llanto.

— ¿En serio crees que está llorando? ¡Mira no ha lanzado ni una sola lágrima! — ¿Acaso era yo la única que veía que no estaba llorando realmente, sino que era todo una actuación de la peor calidad?

— ¿Insinúas que mi Jaseth es una mentirosa? — Marcus se vio realmente ofendido. Tomó a Jaseth, la cual, con cada segundo que pasaba sin que le entregaran su golosina, aumentaba un poco más el volumen de su berrinche — Mi bebé no sería capaz de engañarme, ¿verdad? — dijo suspendiendo a Jaseth sobre su rostro para darle un ligero beso en una mejilla. Una mejilla totalmente desprovista de lágrimas. ¡Dios!, ¡sí que era ciego este chico! — Lo siento, pero soy débil cuando se trata de Jaseth — concluyó, depositó a Jaseth de vuelta en su sillita de bebé y procedió a desenvolver el caramelo.

Yo le envié una mirada que constaba de un regaño, pero él la ignoró.

Al final, Jaseth ganó y su padre le entregó el caramelo masticable. Fue sólo tener el dulce entre sus manitos que el llanto se interrumpió mágicamente, incluso una enorme sonrisa se formó en su rostro, mientras se llevaba la golosina a la boca.

Abrí la boca sorprendida. Realmente era una actriz de primera, claro, a mí no me engañaba, pues había mentido toda mi vida como para creerme unas lágrimas de cocodrilo de una principiante, pero a Marcus, que la veía con sus ojos de padre enamorado, ella era una santa ante su mirada, un angelito incapaz de manipularlo... qué patán idiota y ciego.

Sentí una estúpida y patética oleada de celos. Sí, celos de mi propia hija, al pensar que Marcus creía más en ella que en mí. ¿Eso quería decir que Jaseth había pasado a ocupar mi lugar en su corazón como la mujer más importante?, si era cierto, no sabía como sentirme al respecto, por un lado, me alegraba que la quisiera tanto a nuestra hija, era un buen padre, y eso me desarmaba por completo, pero, por el otro, era una sensación extraña estar compitiendo el primer puesto con mi propia hija.

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