No te abandonaré

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Unos segundos después de que el teléfono comenzara a sonar, Daniel seguía revisando la habitación de su hermana, hasta que escuchó unos pasos de alguien subiendo las escaleras apresuradamente. Daniel posó su vista sobre la puerta y pudo ver a Sue.

-¡Oficial, tiene que venir ahora!- exclamó.

-¿Que pasa?- preguntó el oficial.

-¡Son los secuestradores!. ¡Están al teléfono!.

Al oír eso, Daniel bajó apresuradamente hacia el piso de abajo, junto con Sue, quién le iba siguiendo el paso.

Daniel fue hacia la sala donde estaba aquél teléfono. Al llegar, vio a Belkis sujetando el teléfono, el cual tenía en altavoz, mientras que su esposo, y demás oficiales observaban con atención.

-¿Que han dicho?- preguntó Daniel al esposo de Sue.

-Los sujetos están exigiendo dinero a cambio de nuestros hijos- explicó.

-Oh... Disculpe, deme un momento, por favor- Belkis apartó el teléfono y dirigió la mirada a su esposo.

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-¡Mamá!, ¡Papá!, ¡estamos aquí!- gritaba la chica desde la otra habitación

-Erizo, guarda silencio- dijo Oscar intentando calmar a la chica

De repente, los dos amigos sintieron un gran susto, ya que uno de los secuestradores había abierto la puerta de una patada.

-Ya me tienes harto con tu griterío, niña!- el sujeto se dirigió hacia Erizo y sin pensarlo dos veces, pateó a la chica en la cabeza, dejándola inconsciente.

-¡Erizo!- exclamó el elefante.

-Y tu guarda silencio, mocoso, sino quieres acabar igual que tu amiga- dijo el sujeto en forma de amenaza mientras señalaba al elefante.

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Mientrastanto, los padres de la chica Erizo habían ido a su habitación a contar el dinero para el rescate de su hija.

-Cariño, creo que no nos alcanzará el dinero- dijo Belkis, quién había terminado de hacer las cuentas.

-Sólo tenemos una opcion- Jim fijó su vista en un dinero que tenía apartado. Jim fue hacia la caja de dinero y la tomó -Si ponemos esto, nos alcanzará para pagar el rescate-

-Jim, ¿estas loco? Hemos estado meses ahorrando ese dinero para el viaje que tanto hemos querido- dijo Belkis con un tono de mal gusto, poniendo una mano en la caja de dinero.

-Coño mujer, ¡¿que sugieres que hagamos entonces?!.

La mujer de apartó y empezó a pensar.

-¡Lo tengo!- exclamó al mismo tiempo que chasqueó los dedos -Digamos que no tenemos el dinero suficiente y necesitaremos la colaboración de las demás personas.

El hombre lo pensó por unos segundos.

-Bien, me parece una buena idea.

La pareja dejó la habitación y bajó las escaleras.

-¿Y bien?- les preguntó Daniel.

-Desgraciadamente no tenemos el dinero suficiente- habló El Padre con un tono de tristeza.

-¡Carajo!- se quejó Daniel.

-Pero mira, sé de donde podemos sacar el dinero que falta- habló La Madre.

SecuestradosWhere stories live. Discover now