Adiós

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Era una noche como cualquier otra en la ciudad. El cielo se volvió nublado y con ello, la lluvia empezó. Mientras que algunas personas sacaban sus paraguas, otros se refugiaban en sus casas, sin embargo, entre todas las personas que se encontraban en las calles, había un chico elefante quién corría desesperadamente hacia la oficina de policías. El chico no prestaba atención a los semáforos, al punto que hubo una que otra vez que casi lo atropellan, incluso llegó a caerse dos veces, pero este se levantaba de inmediato y seguía su recorrido. El elefante sabía que no podía detenerse, la vida de su mejor amiga se encontraba en peligro.

Finalmente, el chico había llegado a su destino. Abrió la puerta de cristal de una brusca manera, lo que llamó la atención de los oficiales.

-Ayuda... Mi amiga- decía Oscar entre respiros. La corrida lo había dejado muy cansado.

-Espera chicos, respira con calma- uno de los oficiales fue hacia el niño y le ayudó a sentarse.

Otro de los oficiales que se encontraba ahí, había recordado el caso de los chicos desaparecidos. Fijó su vista en la tabla de desaparecidos y vio una foto de los chicos.

-¡Es él!, ¡es el niño desaparecido del caso de la familia adinerada!- exclamó.

-Yo logré escapar, pero mi amiga se quedó allá, ¡tienen que ayudarla!- decía Oscar entre lágrimas.

-¿Que pasa aquí?- preguntó un oficial que iba llegando; era Daniel, el hermano de Erizo, quién se quedó impactado al ver al mejor amigo de su hermana -¡Oscar!, ¡Eres tú!, ¿Donde está Erizo?

Fue así que Oscar les explicó a los oficiales todo lo que había sucedido, desde la noche del secuestro hasta su escape. Mientras, Daniel se encargó de avisar a los padres del chico lo ocurrido, para cuando Oscar había terminado de contar la historia, sus padres ya habrían llegado.

-¡Oscar!- Sue fue corriendo hacia si hijo con los brazos entendidos. Esta lo abrazó al igual que su padre.

-Estábamos tan preocupados- agregó su padre.

Mientras la familia seguía abrazada, Daniel tomó su radio y habló.

-Necesitaré algunas patrullas, hay que ir por una erizo-

Daniel empezó a alejarse de la familia, sin embargo, fue detenido por Oscar.

-¡Tengo que ir contigo!- gritó desde lo lejos, a lo que Daniel volteó la mirada hacia el muchacho. Sus padres se quedaron sorprendidos.

-Oscar, ¿te volviste loco? Acabas de salir de allí- habló su padre al oír la locura que su hijo había dicho.

-Papá, no puedo abandonar a Erizo. Sé que si ella estuviera en mi lugar, volvería por mi- los ojos del chico de volvieron llorosos -ella se sacrificó para que yo escapara... No puedo abandonarla-

-Cuidaré de él, considerenlo una promesa- prometió Daniel, apoyando la mano en el hombro del menor.

Finalmente, los padres accedieron y salieron junto a su hijo y Daniel en su patrulla, junto a otro grupo de patrullas.

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Mientrastanto, en aquella cabaña a las afueras de la ciudad, una camioneta estaba llegando.

Las cuatro personas que habitaban aquella cabaña salieron a averiguar, llevándose una sorpresa al ver a aquella persona.

SecuestradosWhere stories live. Discover now