Capítulo 11

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MARINA

Cuando Marina había despertado el domingo por la mañana en casa de Eva, había pensado que no podría sentirse peor en lo que le quedaba de vida. Pero se había equivocado.

El lunes, cuando sonó el despertador, se dio cuenta de que las náuseas de la angustia eran mucho peores que las de la resaca.

No se había atrevido a hablar con Roc el día anterior, y él tampoco había hablado con ella. Lo tomó como una mala señal. ¿Por qué no le decía nada si el beso le había gustado? Era obvio que no había sido así. En caso contrario, debería haberse presentado en su puerta el domingo por la mañana, con el desayuno y una declaración... o, por lo menos, así era como creía ella que debería ser. Así era como le hubiera gustado que fuera.

Rebuscó en su armario algo que ponerse para ir a clase, y se decidió por unos pantalones negros y una sudadera negra con un estampado muy discreto. El negro, aparte de ser el color dominante en su ropa, era ideal para no destacar en absoluto. Se lavó rápidamente la cara y se cepilló el cabello, escondiéndolo bajo la capucha de la sudadera. Trató de no mirarse demasiado en el espejo del cuarto de baño: sabía que la imagen que este iba a devolverle no le gustaría, y su confianza en sí misma ya estaba lo suficientemente dañada después de lo que había ocurrido. No necesitaba un recordatorio en forma de su propio reflejo. 

Salió de casa: su padre se había ido a trabajar, y su madre se había llevado a los pequeños al colegio. El silencio habitual de las mañanas se compensaba con el griterío inevitable de las noches: cuando sus hermanos estaban en casa, se notaba. En ocasiones aquello la ponía histérica, pero sabía que, si faltaba, lo echaría de menos. Poniéndose los cascos, cerró la puerta y se lanzó por las escaleras hasta la calle, con una canción animada de All Time Low retumbando en sus oídos, y el corazón retumbando en su pecho.

Llegó a la hora a la que había planeado, justo cuando la clase estaba a punto de empezar. Dio un rápido vistazo para situar a Roc, como hacía cada mañana, pero el chico no estaba allí. No sabía si sentirse aliviada o aún más nerviosa: se había estado preparando todo el domingo para encontrarle, y ahora tendría que esperar un día más, si él no se presentaba. La clase dio comienzo, y los minutos pasaron rápidamente mientras ella esperaba su llegada.

Finalmente, la puerta de clase se abrió.

--Lo siento --dijo Roc, esbozando su mejor sonrisa de culpabilidad--. Ha habido un accidente en la carretera y el tráfico era horrible.

--Bueno, está bien por esta vez --gruñó la profesora--. Siéntate y no hagas ruido.

Marina estaba tan nerviosa por saber qué iba a hacer él, que sintió que se quedaba sin aire.

Sin embargo, él no hizo nada. Se sentó rápidamente sin mirarla siquiera, sin hacer ruido, tal como la profesora le había pedido.

La chica pasó el resto de la hora esperando a que él hiciera algo, le diera una señal de que la había visto o de que estaba bien con lo que había pasado, pero no ocurrió nada. Ni en aquella clase, ni en la siguiente, Roc le dedicó un solo segundo de su atención. No era que ella quisiera comentar el tema, pero desde luego una conversación hubiera sido mejor que aquella indiferencia. A la hora del recreo, sin estar ya segura de nada, decidió esconderse en el lavabo. Pensó en llamar a Eva, pero no quería que pensara que se preocupaba por nada, y además, se dijo, estaba haciendo una montaña de un grano de arena. Tan solo había besado a un chico, y ahora este no le hacía caso. ¿No pasaba eso millones de veces todos los días? Probablemente había diez chicos más como ese en su misma clase. Sencillamente, Marina se había equivocado pensando que él era diferente. Se sentía estúpida, pero al mismo tiempo agradecida por haberse dado cuenta de ello. Podría haber tardado más. Podría haberse enamorado.

Seventeen Sucks.Where stories live. Discover now