Capítulo 6

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MARINA  

Aquella tarde de sábado invitaba a cualquiera a salir a dar una vuelta. Y no iba a ser Marina quien se quedase en casa: finalmente, se había rendido ante la insistencia de Roc.

Durante toda la semana le había prestado más atención de la que nadie en su colegio le había prestado jamás. Se preocupaba por sentarse a su lado en todas las clases, se las arreglaba para pasar "casualmente" junto a su taquilla cuando ella iba a sacar los libros, la saludaba en el comedor y se despedía de ella al acabar el día. Parecía que no tuviera ojos para nadie más.

-- ¿Tienes algo que hacer el sábado por la tarde? -- le había preguntado el chico el jueves.

-- No -- había respondido ella con sospechosa rapidez --. Quiero decir que creo que no tengo planes... todavía.

-- Ahora ya los tienes - había sonreído él.

Habían quedado en verse junto al puerto, en la estación de metro más cercana. Marina ya estaba esperando, al lado de las escaleras de salida; estaba nerviosa y no podía evitarlo, porque no tenía ni idea de qué hacer o qué decir. Le hubiera gustado contar con el apoyo o los consejos de Eva y Cris, que seguro que sabían mucho mejor que ella cómo debía comportarse para no fastidiarlo todo, pero habrían hecho demasiadas preguntas. Marina no tenía ganas de explicar lo que pasaba, cuando aún no pasaba nada.

"Solo somos dos amigos dando una vuelta" se dijo por enésima vez.

Roc apareció al cabo de unos minutos, subiendo las escaleras, guapísimo con su polo de color azul. Y estaba allí por ella. La chica apenas se lo creía.

-- Hola -- saludó él, dándole un beso en la mejilla.

-- Hola -- sonrió ella.

Bajaron la calle hasta llegar al puerto, que estaba repleto de turistas en aquella época del año. Por una vez, a Marina no le importó verse rodeada por la aglomeración de personas, cosa que normalmente la hacía sentir pequeña e incómoda. Aquel día, incluso esa molestia se había evaporado.

-- ¿Entramos en el Starbucks? Tantos chinos con cámaras de fotos me están agobiando -- comentó Roc, esbozando una sonrisa.

-- Como quieras-- concedió la chica, siguiéndole.

Mientras se dirigían a la cafetería del centro comercial del puerto, se mantuvieron en silencio. Marina se estaba poniendo nerviosa de nuevo: llevaban días hablando por chat y se veían a diario en el colegio. ¿Cómo era posible que no se le ocurriera nada que decir? ¿Estaría pensando él que era una aburrida? Seguro que sí. Además, la cafetería estaba tan llena cuando llegaron, que no pudieron quedarse allí. Todo estaba resultando un completo desastre.

-- No importa. Vamos a por un helado -- decidió el chico --. ¿Cuál es tu favorito?

-- Pues... de chocolate con menta. Seguro que te parece asqueroso.

-- ¡Qué va! Es el mejor helado del mundo -- exclamó él --. Eres la primera chica que coincide conmigo en sabores de helados. ¿Ves? Por eso me gustas.

A partir de ese momento, las cosas empezaron a ir mejor.

Se sentaron en el muelle, con los pies colgando sobre el agua salada, mientras trataban de comerse sus helados antes de que el calor los derritiera.

-- Cuéntame algo de ti que no sepa nadie más -- le pidió Roc de pronto.

-- Tendría que matarte luego -- se rió ella.

-- Vamos...

Le hubiera gustado contarle un secreto increíble, pero lo cierto era que no tenía ninguno que no la hiciera quedar como una estúpida, por ejemplo que tenía que dormir con una luz encendida porque le daba miedo la oscuridad.

Seventeen Sucks.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora