27. Porque solo no podré.

15 1 0
                                    

El olor a humedad inunda mis fosas nasales y el sonido de un goteo llega a mis oídos, me remuevo incomoda, cuando el dolor en la parte baja de mi cintura hace que me detenga de hacer cualquier estiramiento. Mi boca esta seca y la necesidad de beber agua invade mi paladar. Entre abro mis ojos y lo primero que apenas visualizo es oscuridad, vuelvo a parpadear esta vez con más insistencia de despertar por completo y es cuando me doy cuenta en el lugar espantoso en el que me encuentro.

Me siento de golpe y gimo del fuerte dolor en mi espalda, observo a mi alrededor, paredes húmedas de un color grisáceo, en la parte de enfrente hay una puerta de metal y una pequeña ventanilla hay de esta, donde entra apenas un poco de luz, me doy cuenta que estoy tirada en suelo y el sonido del goteo es proveniente de afuera.

Trato de ponerme de pie, pero fallo en el intento, el estado en el que me encuentro es fatal, no tengo fuerzas y el dolor en mi costado es cada vez insoportable, mis ojos se humedecen y entonces dejo fluir mis lágrimas, lloro en silencio mientras trato de recordar en como llegue a este lugar. La desesperación y el desasosiego me invade por completo y esta vez lloro con más fuerza.

Estoy sola

Pequeñas escenas llegan a mi memoria, limpio mis lágrimas y recuerdo el golpe que me dieron en mi costado, luego el de mi cabeza y es entonces cuando el enojo me invade y la impotencia. Un grito de frustración sale de mi garganta, jalo mi cabello con mis manos empuñadas, golpeo el suelo con fuerza, una y otra, y otra vez hasta que mis nudillos arden y por primera vez me desplomo por completo en este lugar. Aprieto mis dientes y muerdo el interior de mi mejilla, el sabor a hierro en mi boca me hace saber que me estoy lastimando y, aun así, sigo ejerciendo más fuerza. Mis nudillos están blancos y las uñas de mis manos se entierran en mi palma, arde y duele.

Grito con fuerza.

Grito hasta que mi garganta arda.

Grito mientras siento correr las lágrimas por mis mejillas.

Dejo de apoyarme en mis brazos y me dejo caer al suelo, sollozo hasta que ya no salgan más lágrimas de mis ojos, solo me quedo así, mirando hacia un punto fijo. El sonido chirriante de la puerta quejumbrosa me alerta, escucho unos pasos firmes acercarse, ni siquiera me inmuto en reaccionar, estoy tan cansada, tan débil. Observo las puntas de unas botas oscuras, las cuales se posicionaron justo en frente de mi rostro, no hago el amago de levantar mi mirada. Lamo mis labios secos y tengo tanta sed.

Una voz en mi interior grita con pedirles ayuda, pero caigo en la cruda realidad que estas personas no van ayudarme, ellos quieren otra cosa de mí. Estoy tan perdida y desorientada, no tengo ni la más remota idea de cómo llegué a este lugar. La persona que está en frente de mi rostro se pone de cuclillas y entonces jala mi cabello con fuerza provocando que gima ante el dolor y hace que lo mire. Trago grueso cuando mis ojos dan con los de él, destilan tanto odio, su sonrisa torcida y satisfactoria al verme en este estado.

Iba a matarlo.

Iba a exterminar con su existencia.

Pero alguien me detuvo

Iba asesinar a esa presencia desconocida.

Pero apareció este infeliz en su rescate y casi me mata a golpizas.

Jael, quien me está observando con una mirada siniestra, tal cual psicópata lo da a su víctima. Una bofetada se dirige a mi mejilla izquierda, mi cara se estampa con fuerza contra el suelo, gimo, vuelve a jalarme de mi cabello y acerca mi rostro al de él.

—Tus días han llegado a su fin, preciosa —dice con cinismo. Levanta su rostro y mira por encima de mí—. Llévensela.

Unos manos sujetan mis brazos y me levantan sin cuidado, aprieto mis labios para no gemir del dolor. Todo en mi duele. Me sacan de arrastras del lugar, mis pies tropiezan y se enredan entre ellos, entonces esos hombres aprietan mis brazos y me jalan con más fuerza, chillo. No soy capaz ni siquiera de llevar sus pasos.

—¡Esperen! — exclama Jael, escucho sus pasos acercarse, pasa por al lado de unos de los hombres que me sostiene y se acerca hacia mi dirección, entonces lo veo directo a los ojos—. Faltaba esto— su sonrisa psicópata me aclara que nada especial faltaba. Solo logro distinguir una tela negra con la que cubre por completo mi cabeza, seguido de eso el fuerte golpe en mi cabeza provoca que ya no me encuentre en mis cincos sentidos y mis ojos se cierran.

La pesadez en mis párpados es grande, trato de despertar por completo. Abro mis ojos desorientada y me remuevo incómoda cuando miro mis muñecas atadas con unos lazos a ambos extremos. Quiero empezar a gritar cuando la mordaza puesta en mi boca lo impide y, aun así, no dejo de forcejear.

Y otra vez la escena se repite.

Lágrimas bajando sobre mis mejillas, gritos ahogados llenos de desesperación y angustia. Mi respiración descontrolada, mis muñecas dañándose por mis movimientos bruscos e inútiles por tratar de liberarme.

Cada vez me siento hundida y sin salida. Las cosas empeoran y tengo miedo. Mucho miedo.

Una luz fuerte se enciende sobre mi rostro, al instante mis ojos se cierran ante tal resplandor.

—¡Shhhh! —vuelvo abrir mis ojos y un torrente de alivio embriaga todo mi ser al verlo—. Tengo que sacarte de aquí.

Con rapidez Chase retira la mordaza.

—¡Dios mío! —mi voz sale pastosa— Yo creí, creí— comienzo a llorar.

—¡Shhh! —ambas manos sujetan mi rostro— Tranquila ya estoy aquí—. Deposita un beso en mi frente—. Te sacaré de aquí. Y hay que hacerlo rápido.

Chase trata de desatar mis muñecas, pero por los nudos que tienen se hace difícil. Y entonces su mano destila unos destellos de color naranja, asustada y nerviosa observo como los lazos se queman sin hacer ningún daño en mi piel y así procede hacer lo mismo con mi otra muñeca.

—¿Eres igual a mí? ¿En dónd-de estamos? ¿P-por qué haces eso? — comienzo a preguntar a lo loco sin tener nada en claro en mi mente.

Chase termina de soltarme cuando vuelve a agarrar mi rostro—. Amelia, concéntrate en salir de este lugar. Luego tendré tiempo de responderte esas preguntas. Ayúdame a que juntos salgamos de aquí ilesos, porque solo no podré. ¿De acuerdo?

Asiento repetidas veces.

—Bien, sígueme.

Chase toma mi mano y entonces lo abrazo con fuerza.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Oct 24, 2020 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Tu Eres AmeliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora