32. La felicidad no se consigue tan fácilmente

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CLOE


Me desperté con una sonrisa que nadie podía arrebatarme. Simplemente recordar mi primer beso, me generaba un cosquilleo tonto en el estómago y creo que ahora sí podía decir que sentía que era la persona más feliz de este mundo.

Salté de la cama y caminé por la casa llamando a mis padres, pero nadie contestó; me parecía raro así que subí a buscar mi teléfono y vi un mensaje de mi madre:

«Cloe, a tu padre y a mí nos llamaron del hospital, tenemos guardia y estamos desbordados. Andrés está con los abuelos, volvemos a las 22:00 si logramos salir. Pórtate bien, no queremos más sustos».

Puse los ojos en blanco y, a la vez, sentí una pena inmensa por el esfuerzo que estaban haciendo mis padres en el hospital, luchando contra esta pandemia de mierda que nos había cambiado la vida. Sus tres días de descanso al garete, siempre tenían que estar dispuestos a dejar sus vidas por la de los demás...

La bronca con mis padres ayer terminó bien. Ellos eran muy cercanos y acabé contándoles la verdad. Mi madre se sorprendió mucho de que quedara con un chico que conocí por internet; mi padre, en cambio, se rio y dijo: «¡Ostia! Claro, con el covid, es la única manera que tienen los chavales para conocerse».

Papá siempre sacaba el lado jocoso de las cosas y mamá, el razonable. Ellos confiaban mucho en mí. A pesar de mis miedos solía ser muy responsable y, aunque era una novata en esto del amor, había trece normas básicas fundamentales para enamorarse que me tatuaron con sangre desde pequeñita. No confíes ciegamente hasta que conozcas a alguien único que te haga sentir que:

1. Te enamora, pero deja que seas tú misma.

2. Te haga sentir única y especial.

3. Esperará pacientemente a que estés preparada para dar otro paso en la relación.

4. Te defenderá del mundo sin preguntar si te equivocaste.

5. Te mire a los ojos y a través de ellos veas su verdad.

6. Con esa persona serás capaz de reír o llorar sin sentir vergüenza.

7. Sois un libro abierto el uno para el otro.

8. Un halo de alegría siempre os rodeará, aun cuando discutáis.

9. No necesitas estar perfectamente maquillada y vestida para que le brillen los ojos porque los dos sentís que los accesorios no son lo más importante, sino los sentimientos.

10. No hay celos tóxicos con los que te amargues una y otra vez.

11. Dará igual que vengan mil porque para ambos, el otro es una de las personas más importantes de tu vida.

12. Os entendéis con solo miraros.

13. Que para él seas la persona más perfecta aún teniendo más imperfecciones que nadie.

Ahí, y solo ahí, quizás puedas darlo todo.

Sonaba a romance adolescente extremadamente "cursi" con el que te daba diabetes de lo dulce que parecía, pero eso era todo lo que debía cumplir cualquier chico para ser el indicado desde mi punto de vista.

«Joder, Cloe, ¡no pides nada!» Se burlaba mi diabla interior. «Jamás conocerás a un chico así, tan perfecto». «Te digo yo que sí lo conseguirá, todos podemos encontrar nuestra alma gemela», replicaba mi diosa sabiduría. Era lo que más deseaba en la vida... Cada uno tenemos nuestras reglas y a todos nos toca «el hilo rojo del destino". Un precioso mito en el que creo.

Cuenta que los seres humanos estamos predestinados por un hilo rojo que los dioses atan a nuestro dedo meñique cuando nacemos. Se dice que aquellos que estén unidos por el hilo rojo están destinados a convertirse en almas gemelas y no importa cuánto tiempo pase, la distancia que los separe o las circunstancias que se encuentren en la vida: siempre van a unirse para vivir su perfecta historia de amor. El hilo rojo puede enredarse, estirarse, tensarse o desgastarse... Pero nunca romperse. ¿Será Erik mi alma gemela?

Mis días de adolescente.  Amar. I (Publicado en físico)Where stories live. Discover now