86. Confesiones que prefería no ir

6.1K 700 227
                                    

CLOE


Oír esas palabras era reconfortante y, a la vez, eran demoledoras. Thiago era la adrenalina de mi shock anafiláctico, era la válvula de escape a mis peores temores. En dos minutos me había dicho lo que llevaba meses deseando oír, que me seguía esperando, pero mientras mi conciencia y mis diosas debatían, yo pensaba en sus palabras. ¿A qué jugaba?

«El día que se la des, te mandará al carajo y yo estaré aquí esperándote».

Me llenaba la boca diciendo que adoraba a Erik pero, ¿por qué me seguía engañando? Imaginándome un noviazgo perfecto que en el fondo sabía que no era real, porque yo no era igual desde que Thiago se cruzó en mi vida.  Si hubiese querido ya habría pasado pero, ¿por qué no quise? ¡Si Erik era el chico del que estaba enamorada!

«Por una parte deseo que no quieras... Pero la vida son decisiones, estirada...».

—¿Por qué deseas que no quiera? ¿Para llevarte tú el premio verdad? —Ataqué sin motivo, estaba a la defensiva cuando, realmente, tenía que agradecerle su sinceridad.

—No... —Se hicieron unos segundos de pausa donde el silencio nos invadió. —Se nota que no me conoces, me importa muy poco ser el primero, lo que me gustaría es ser el último en tu vida porque cuando te des cuenta de lo que estoy dispuesto a darte, te aseguro que no te vas a querer separar de mí. Y me gustaría que probaras cómo lo he hecho yo y así sabrás con certeza quién realmente te hará feliz.

Era incongruente oírlo; todo este tiempo Thiago mostraba un lado oculto e impenetrable y a veces se abría en canal sacando su lado romántico y cautivador. No importaba la distancia, sus palabras y hasta sus mensajes me erizaban, me estremecía sin tocarme, inquietándome hasta el punto de desearlo.

 No importaba la distancia, sus palabras y hasta sus mensajes me erizaban, me estremecía sin tocarme, inquietándome hasta el punto de desearlo

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

—Erik no me ha hecho daño y te recuerdo que entre tú y yo no pasó nada... —Seguía con mi inexplicable rebeldía.

—¿Entonces por qué me dices que quieres llorar? Si eres feliz no deberías estar así, —suspiró.— Y aunque nos hagamos los tontos te recuerdo que sí pasó. No dejo de pensar en tus nervios cuando cogí tu mano aquella noche, cuando te acerqué a mi cuerpo, cuando bailamos, temblabas, como lo hacía yo. Nos besamos, estirada y no lo olvidaré nunca, aunque quizás para ti no fue tan importante.

¿Cómo lo iba a olvidar? Thiago era indeleble, era de esas personas que pasan por tu vida dejando marcas, era la voz que en ese momento quería oír, era más que eso, pero yo me negaba a sentir. No sabía cómo cambiar de tema para acallar esa verdad que me seguía peligrosamente.

—¿Estás en tu casa? —pregunté con un nudo en la garganta.

—Sí ¿por? —respondió con tranquilidad.

—No, por nada, pensé que estarías por ahí con alguien.

—Pues sí, estoy con alguien. —Mi pulso se aceleró pensando ¿con quién? Necesitaba saber, me quedé expectante a su respuesta. ¿Cómo le preguntaba si vivía allí? ¿Cómo saber si fue él el que me embistió aquel día en el skate? Eran dudas que tenía que resolver.

—Eh, pues disculpa entonces por molestarte con mis líos.

—Estirada...

—¿Qué?

—Estoy aquí contigo —me ruboricé sintiendo el calor recorrer mi cuerpo.

—Thiago, gracias, aunque sé que no me entiendes.

—Quizás es que te entiendo demasiado.

El pringado tenía un don y era envolverme con un discurso que hacía cuestionar mis sentimientos hasta el punto de sentir que el odio era un sentimiento tan opuesto al amor que en algún punto se encontraban para destrozar mis paradigmas. Me armé de valor y le solté.

—¿Por qué nadie sabe de tu vida?

—¿Qué quieres saber? —respondió con pregunta, como era costumbre. Siempre tenía respuesta, pero nunca te aclaraba quién era realmente.

—No sé, ¿dónde vives? Por ejemplo.

—En Coruña y ¿tú?

—¿Ves que nunca vas en serio? —Mi voz sonaba enfadada, pero es que su lado impertinente me exasperaba.

—Un día te traigo a casa y te la enseño, si es lo que quieres, —añadió divertido.

—¿Con quién vives? —Era un interrogatorio cotilla en el que lo más seguro es que saldría con más dudas.

—El día que me quieras conocer de verdad nos tomamos un capuchino con sacarina y te lo cuento.

Vencida por su palabrería decidí no seguir indagando a un ser escurridizo y misterioso. Tenía la certeza de que algún día lo descubriría, y sin hacer una pregunta. Thiago removía mi estabilidad emocional, me alegré por su llamada queriendo contarle mi desafortunado encuentro con Erik, pero Thiago no era Yezzy. Thiago sentía cosas, probablemente las mismas que yo y, aunque sus palabras fueron muy acertadas, no podía darle detalles de las intenciones de Erik.El rubio no quería esperar, necesitaba más de mí y yo no estaba segura realmente qué es lo que quería hacer.

Agradecí su llamada y me despedí; mi cabeza estaba a punto de estallar con un dolor insoportable, fueron demasiadas emociones en un solo día.

Una notificación me conmovió y nuevamente caí.

ERIK:

Nena, perdóname por forzarte, te deseo de verdad y esperaré lo que haga falta para que quieras dar el siguiente paso.

Te quiero.

Mis días de adolescente.  Amar. I (Publicado en físico)Where stories live. Discover now