Capítulo I

3.5K 205 60
                                    

A bordo de una enorme maquina de acero, una joven rubia daba rienda suelta a sus recuerdos de juventud, los cuales le atormentaban conforme los días se acortaban y su tiempo se agotaba sin que ella pudiera hacer nada por evitarlo.

—Ya han pasado 10 años desde aquella noche donde lo conocí. Aún puedo sentir bajo mi piel la fresca brisa de aquella noche, en donde la niebla me impedía ver más allá  de cada paso que daba —susurró.

Cerró  sus ojos y me sumergió en sus recuerdos. Se sujetó con fuerzas del barandal de la enorne máquina de acero que la lleva al mismo lugar donde todo comenzó, pero ahora los motivos de su viaje eran tan distintos a los de años atrás; había decido dar ese paso para evitar que la persona que la había protegido, a su manera, desde el día que decidió adoptarla por petición de tres maravillosos chicos, cayera en desgracia económica a raíz de los destrozos que la pasada guerra estaba provocando en la economía de muchas familias Americanas.

Sus lágrimas comenzaron a resbalar por sus mejillas, sin poder evitarlo. Siempre había mantenido la esperanza que mientras tuvieran vida, tendrían la oportunidad de reencontrarse,  pero a pesar de seguir con vida, esa posibilidad moriría al igual que lo haría su corazón en el momento que ella firmara el acuerdo pre—nupcial que cortaría de raíz todo con lo que un día soñó . En dos días desembarcarían en el puerto de  Southampton.

Se estremeció ante la oleada de recuerdos que la inundaron, no pudo evitar los temblores en todo su cuerpo. La primera vez que viajó a Inglaterra, su corazón se encontraba  destrazado tras las muerte de Anthony y tiempo después, gracias a un chico rebelde de castaña cabellera y preciosos ojos azul zafiro,  pudo superar sus miedos y sin proponérselo siquiera conoció el verdadero significado de la palabra Amor;  y ahora, años mas tarde, volvía al mismo lugar para conocer el significado de la palabra desdicha.

—¡Dios mio! dame la fuerza que necesito para soportar todo esto —cubrió sus labios para ahorgar los sollozos que había contenido desde que abordó el enorme transatlántico, el dolor que sintió fue mas fuerte que el que jamás hubiese sentido antes, porque ahora sabía que ese era el final de una historia que terminó tan pronto como comenzó.

Cerró sus verdes ojos y dejó salir las palabras que había guardado en lo mas profundo de su corazón durante todos esos años de ausencia y soledad.

—Terry, eres y serás el gran amor de mi vida. Solo Dios sabe lo que daría porque las cosas fueran diferentes en este momento. Desearía poder abrir mis ojos y que tú estuvieras frente a mi y te burlaras de mis Pecas y mi pequeña nariz,  de la misma manera que lo hiciste esa noche de espesa bruma.

Se sujetó con fuerza del barandal del barco, mordió sus labios para acallar el gemido de dolor que desgarró su alma en ese momento, pero todos sus intentos fueron inútiles.

—Si los milagros existen, yo necesito uno  —musitó entre lágrimas.

Después de unos segundos dando rienda suelta a sus verdaderos sentimientos, con rapidez, limpió su rostro y aspiró profundamente al escuchar que alguien se aproxima, no podía permitir que la vieran en aquel estado tan deprimente.

—Candy, al fin te encuentro.

—Me asustaste —respondió forzando una sonrisa y colocándose el anitifaz que permanecía sobre su cabeza hasta ese momento

—Hace frío —el recién llegado se quitó su abrigo y la cubrió —vamos adentro, no quiero que te enfermes —dijo ofreciéndole su brazo.

Caminaron uno del lado del otro hasta llegar al salon de baile.

—¿Que clase de música es? —preguntó  la joven rubia al escuchar los acordes que resonaban.

—Es tango —le respondió su acompañante mientras cerraba los ojos y tararea la letra de la canción.

Acuerdo Pre-NupcialWhere stories live. Discover now