Hada

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Capítulo basado en la película de Disney Tinkerbell

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Capítulo basado en la película de Disney Tinkerbell.

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El invierno pronto terminaría. Eso significaba que las hadas tenían por delante un duro trabajo para traer la primavera al mundo de los humanos.

Las hadas habían protegido la naturaleza desde el inicio de los tiempos. Estos diminutos seres mágicos eran expertos en fauna, flora y clima, y tenían poderes diversos que les permitían renovar constantemente el ciclo de la vida. Incluso después de la llegada de los seres humanos, y su subsecuente entronización como la raza dominante del planeta, las hadas continuaron haciendo su labor de mantener las estaciones en orden.

Su sociedad estaba perfectamente organizada. A la cabeza estaba la reina Clarion, gobernante de la Tierra de las Hadas; le seguían los Ministros de las Estaciones, Verano, Primavera, Otoño e Invierno, quienes eran encargados de hacer llegar cada estación al mundo humano. El resto de las hadas estaban divididas según sus talentos: las hadas del Jardín cuidaban de las plantas, las hadas de los Animales se encargaban de los animales e insectos, las hadas del Agua controlaban el rocío y la lluvia, las hadas de la luz manipulaban la luz solar y lunar, las hadas de Vuelo Veloz controlaban el viento, y las hadas Artesanas creaban y reparaban cualquier objeto.

-Cuando un bebé ríe por primera vez, su risa es transportada hasta nuestro mundo en un fragmento de diente de león- explicó la reina Clarion a la nueva hada que tenía delante de sí, con aspecto confundido.- Ese fragmento es rociado con polvo de hadas, y es así como nacemos. ¡Crepa, bienvenida a la Tierra de las Hadas!

-Gra... gracias, Majestad- balbuceó Crepa poniéndose de pie mientras a su alrededor un montón de hadas la aplaudían. La reina se inclinó graciosamente detrás de ella y la ayudó a desplegar sus pequeñas alas, que brillaron. Luego, la soberana le dijo con gentileza:

-Ahora podrás volar, pequeña. ¡Ven! Elévate solo un poco... así... ¡muy bien!- aprobó mientras Crepa aleteaba a corta distancia del suelo, al parecer sorprendida y feliz de su reciente habilidad.

-¿Lo he hecho bien, Majestad? Estoy algo confundida aún...

-Lo has hecho muy bien, Crepa. Ahora, querida, permíteme explicarte algo más.- Ante un movimiento de la reina, del suelo brotaron una serie de setas de aspecto sólido.- Hadas, traigan sus talentos para que Crepa los vea.

Varias hadas se acercaron a las setas y colocaron sobre ellas diversos objetos: una gota de agua, un tornado diminuto, un martillo, un haz de luz, una flor y un colmillo. Crepa giró la cabeza con miedo hacia la reina.

-¿Majestad, qué debo hacer?

-Cada uno de estos objetos representa un talento de hada. Para ser un miembro completo de nuestro mundo, debes hallar tu talento. Tranquila... solo acércate y prueba. No tengas miedo.

Crepa asintió y caminó despacio hacia las setas. La gota de agua brillaba mucho bajo la luna y la tocó con la punta de los dedos, pero enseguida se deshizo. Sin perder el ánimo se acercó hacia el martillo, mientras las hadas que vestían de verde y estaban sentadas enfrente suyo cruzaban los dedos.

-Ojalá que sea artesana, ¡ojalá que sea artesana!- murmuraba Moonie, la jefa de las hadas artesanas. Pero sus ruegos no tuvieron éxito, porque cuando Crepa tomó el martillo éste se volvió opaco, indicando que no era su talento. Crepa se ruborizó, ¿acaso estaba haciendo algo mal? ¿Y si no tenía ningún talento y la reina Clarion la expulsaba?

-No tengas miedo- dijo la reina, como si le hubiera leído la mente.- Tienes un talento dentro tuyo, solo es cuestión que lo encuentres.

Crepa tragó saliva y se movió hacia la siguiente seta, la que contenía un haz de luz. "¡Qué bonito es!", pensó la joven hada recién nacida. Con cuidado se acercó y observó de cerca el haz; las hadas vestidas de amarillo, sentadas sobre unas ramas del Árbol del Polvillo, la contemplaron con sumo interés. Ella no sintió temor al acercar su mano al haz de luz, y al hacerlo, este creció tanto que un rayo de luz iluminó todo el lugar, como si el sol hubiera salido en plena noche. Estupefacta, la reina Clarion sonrió y la aplaudió de nuevo, aplausos que fueron seguidos por lo de todas las demás hadas.

-¡Qué maravilla, Crepa! Jamás había visto un talento que floreciera tanto tan rápido. ¡Felicidades, pequeña, eres un hada de la luz!

-Wow... ¿soy un hada de la luz?- musitó la pequeña Crepa emocionada, mientras la reina hacía desaparecer las setas y sus nuevos compañeros se acercaban a ella para abrazarla y felicitarla.

-Hada Aziraphale, ¡acércate!- ordenó la reina a un hada de cabello rubio y aspecto rollizo.- Crepa, te presento a Aziraphale, jefe de las hadas de la luz.

-Puedes llamarme Zira si quieres, para abreviar- informó el simpático Aziraphale, que cargaba en sus manos una especie de libro dorado.

-Mucho gusto, señor Zira.

-Hada Aziraphale se encargará de llevarte hasta tu nuevo hogar, y de explicarte tus labores. Por ahora querida puedes descansar, y mañana iniciarás tu camino como hada.

-Esto es... ¡simplemente maravilloso!- rió Crepa un rato más tarde, mientras volaban por los prados de la primavera, camino a las viviendas de las hadas.- ¡Hada Zira, el aire es hermoso y huele a muchas flores!

-Eso es, querida, por los preparativos para la primavera. Estamos un poco atrasados así que prepárate, porque desde mañana tendrás que esforzarte para mantener el ritmo de los demás. Hay que juntar los rayos de sol más puros, para que crezcan las plantas y se derrita la nieve, hay que... ¿querida, me estás oyendo?- inquirió Zira al ver que Crepa se había detenido en el aire, observando algo a lo lejos. Al volar hasta ella notó que su vista se había clavado en un hada de vuelo veloz, que transportaba la brisa nocturna para mantener frescos los capullos de flores.

-¿Y él... quién es, hada Zira?

-Su nombre es Neil, es el jefe de las hadas de vuelo veloz.- Zira notó que la nueva hada se sonrojaba un poco, y no pudo evitar sonreír de forma pícara, tomándola de la mano con discreción mientras le susurraba:- Entiendo tu admiración, Crepita, pero ¡tengo muchas cosas que explicarte todavía!

-¿Qué cosas dices, hada Zira? ¿Cuál admiración?

Zira rió más fuerte esta vez y Neil volteó a verlos, algo que Crepa no soportó y la hizo volar en picada hasta el suelo, roja de vergüenza. Sin embargo Zira volvió a tomarla de la mano para tranquilizarla y ella se calmó, pensando que como recién llegada al mundo de las hadas, debía aprender bien sus deberes primero antes de distraerse con otras cosas. Aunque esas cosas tuvieran un aire aún más dulce que el aroma nocturno de las flores.

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