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- Suéltame

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- Suéltame...- murmuró ella.

Cornelio deslizó sus manos suavemente por los brazos de ella. Haciéndola estremecer.
Conocía cada movimiento que ella
apetecía de él. – hay alguien que espera por ti...- Lú le indicó, y su mirada apuntó hasta la puerta.

- Jo.der... - Cornelio se volteó. La prostitu.ta lo esperaba en el borde de la puerta, Lú no había logrado observarla bien con la oscuridad hace unos minutos, era muy guapa a decir
verdad, alta y rubia. Cornelio caminó hasta a ella, sin decirle una sola palabra.

Estaba cabreado, tanto que cerró la puerta de la habitación con fuerza, Lú saltó en su sitio. ¿Y como no enfadarse después de a verlo dejado con las ganas? Le pagó lo acordado a la mujer que había contratado para saciarlo, despidiéndola. Una Estadounidense bonita que había sabido complacerlo, pero no lo suficiente, pues lo habían empalmado en menos tiempo.

"Inmadura". Mil veces, pensó. "¿Se
cree la gran cosa?" No se lo podía
creer. No había mujer en el mundo
que lo hubiera rechazado de tal
forma. En otros casos, si hubiera
llegado a ese nivel con cualquier otra, esta hubiera aceptado. Pero ¿Lú? "Mi.erda. Mi.erda Mi.erda". ¿Aún conservaba la erección? Bajó su mirada. Sí, aún la tenía. Más grande ahora. ¿Y cómo no? Si con tan solo rozarle la piel... su pe.ne había reaccionado como si hubiera despertado después de un año de abstinencia. "Qué tienes Lú?" penso. ¿Qué tienes que me gusta tanto? Y que de alguna manera, no se lo quería dar.

Abrió con rudeza la puerta de la
habitación. Lú se volteó sobresaltada. Menos mal y esta vez no la encontraba en ropa interior. Cerró la
puerta, haciendo ruido de nuevo.

- Es muy tarde...

- Se me ha quitado el sueño.

- ¿No confías en mí?

- ¿Tengo que responderte?

- Sí muñeca...

- Jo.der...que no me gusta que me
llames así... - le respondió ella.

- Y a mí no me gusta tenerte de invitada en mi casa. – la retó él.

- Es tu problema.

- Vaya, vaya... - dijo caminando a
pasos lentos.

Lú sintió que la calentura volvía a ella. Que hombre.
Cuanto la ponía. – hay alguien aquí que no tiene idea de lo que le puede pasar si sigue portándose mal. - murmuró. Ahora muy cerca a su rostro, Lú intentó no mirarlo demasiado, concentrándose en otro punto que no fuera él. - y de lo bien que la puede pasar... - Cornelio le acarició el mentón con su labio inferior. Rozándolo como una tercia pluma. – si se porta correctamente...

- ¿Tantas ganas me tienes?

- Muchas... - ahora la apretó de
la cintura, haciéndola cortar la
respiración por un fragmento de
segundos. Juntaron sus cuerpos. Una
sensación increíble. - agradécelo...
he contratado a una pu.ta para no
fo.llarte antes, me estoy aguantando
mucho... - le acarició la cintura con sus manos, alzando ligeramente la fina tela que le cubría las caderas. Sus dedos hicieron contacto con la tibia piel de Lú.

- Te lo he dicho...jamás estaría con alguien como tú... - murmuró ella,
a base de gemidos, pues Cornelio había posicionado sus labios sobre su cuello, recorriéndolo tan sensualmente como podía. Ella cerró los ojos. Cornelio levantó la mirada al escucharla hablar, sabía lo que sentía en ese momento debido al tono de voz que manejaba. Estaba excitada.
Lo único que le faltaba era
un pequeño empujón... así que intentó besarle los labios de una puñe.tera vez. Comerle la lengua y hacerla gozar tanto como podía. Pero ella, volvió a separarse. - jamás dejaría que alguien como tú me besara los labios...

Y esa fue la gota que colmó el vaso.
Cornelio la cogió con fuerza, estampándola en la pared. Su mirada era otra, sus ojos...ahora embarrados en lujuria, la miraron sin importarle lo que podría venir después. Le quitó la ropa tan rápido como pudo. Ahora Lú no tenía como defenderse, ni siquiera las palabras podrían calmar a esa fiera que había creado y que estaba apunto de comérsela.
Desnuda, las ganas tampoco fueron efímeras. Observaba todo lo que
hacía, de que manera la cogía y como se excitaba más cuando veía todo lo que tenía ante sus ojos.

- Nadie va a besarte los labios, preciosa... - le advirtió él.

Ella sintió las manos de Cornelio apretarle el cu.lo tan fuertemente que logró juntarle el cuerpo hasta su poderosa erección.

– Será todo lo contrario. - ahora dejó de ver su rostro. Tenía a Cornelio besándole el estómago mientras suavemente bajaba por sus caderas. Y ella, decidió aferrarse a la pared para poder contener esos enormes gritos que quería soltar. Los dedos de Cornelio la tocaron desprevenida, metiéndolos en el espacio de entre su piel y sus finas braguitas.
Los besos de aquel hombre la siguieron persiguiendo por todo el cuerpo, ahora sentía que la
atacaba por abajo, justo ahí...donde
ella no tardaría en gritar. Sus dientes
mordieron ligeramente las braguitas
de por el costado. Bajándoselas. Ella se estremeció. ¿Qué se estaba dejando hacer?

- Ah... - murmuró ella.

Un primer gemido que la ayudaría a soltar los demás. De pronto recordó a la prostituta, gritando... gritando por
él, por lo bien que se debía sentirlo
adentro, muy adentro de ella. Se
mordió el labio. Sin darse cuenta, tenía las bragas a la rodilla....

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Holi bebes las amooo...   Mas tarde les subo otro capítulo.

S-E-C-U-E-S-T-R-A-D-A ¹Where stories live. Discover now