Una flor roja en el cuarto oscuro.

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Disclaimer: Solo los personajes que no conozcan y la historia me pertenecen. El resto es de Marvel y Disney.

Érase una vez una niña pelirroja que había sido separada de sus padres después de un horrendo incendio. Natalia Alianovna Romanova se encontraba temblando de frío en el autobús que la llevaría a la escuela donde se convertiría en una цыпленок Ивана, una de las hijas de Iván Petrovich, el infame director de la KGB. El hombre al que ahora le decía padre, el que la salvó del infierno que le arrebató a sus padres y su hermano Alexei.

—¿Estaré bien?

—Estarás mejor que nunca, Nateshka.

Y la niña confió, con la inocencia propia de la edad, en que aquel lugar se podría llegar ser tan feliz como lo había sido con su familia, pero estaba equivocada. La Sala Roja era el verdadero infierno en la tierra, un lugar creado para hacer a la asesina perfecta. Si los métodos de crianza de los Soviéticos eran poco ortodoxos, lo que se hacia en aquel lugar era pura crueldad.

—Camina, Natalia.

Iba por un enorme pasillo, al final del cual se encontraba una puerta. La niña se sentía infinitamente pequeña en aquel espacio desconocido. Había cometido la primera falta de las muchas que tendrían lugar en aquel horrible campo de tortura. Lo único que Natalia tenía era hambre, por eso se robó una manzana de las cocinas, cosa que puso en alerta a todos los agentes que se dedicaron a buscar quién fue la ladronzuela.

—¡HE DICHO QUE AVANCES!

—¿A dónde me llevan?

Como respuesta a su inocente pregunta, Natalia recibió un bofetón. Sus padres nunca la habían golpeado por lo que aquello se sintió como una puñalada que se clavara en su cuerpo. Instintivamente, se pasó la mano por la mejilla mientras sus ojos se llenaban de lágrimas.

—No llores, o empeorarás todo.

—Una disculpa, товарищ.

—Pronto aprenderás cual es tu lugar aquí.

Natalia fue conducida a un armario, que estaba lleno de clavos y vidrios clavados en su interior. Había también algunos cuchillos, con una enorme llave elevada sobre la cabeza del armario. A empujones, Madame B metió a la niña dentro.

—¡Hey! ¡Déjeme salir!—Natalia comenzó a lloriquear.

—No has entendido nada, ¿verdad?

Madame B disfrutaba específicamente el torturar a las niñas, pues ella había sido criada de la misma manera en aquel lugar. Cuando llegó el momento de darle un hijo al régimen, no pudo, teniendo solo niñas que pasaron a formar parte de la Sala Roja, pero no odiaba a ninguna de ellas tanto como a Natalia. Aunque no era su hija, ni de ningún camarada de fiar, Iván Petrovich la había elegido, desde que la rescató de una carpa de gitanos en ruinas, para que fuera su sucesora en la dirección de la KGB. Odiaba que una niña tan pequeña hubiese conquistado al hombre que ella nunca pudo conquistar. Sabía de los planes de Petrovich para moldear a Natalia y hacerla su esposa, así como la espía, perfecta. Pero eso no significaba que la niña se la tuviera que pasar bien en aquel lugar.

—Señora, por favor.

La camarada le clavó uno de los cuchillos en la ingles, haciendo que la niña se doblara de rodillas. Al vencerse sus piernas, cayó sobre los clavos que adornaban el armarios. Natalia comenzó a sollozar de dolor, pero Madame B simplemente cerró la puerta.

ASSEMBLE || AvengersWhere stories live. Discover now