Lujuria en el armario.

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Narrador omnisciente

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Narrador omnisciente.

Stefan en cuestión de segundos acortó toda distancia y levantó a Calem sin cuidado de su camiseta; por instinto éste tomó el brazo de Stefan.

Su presencia emanaba un aura tan dominante que por un momento dudó si realmente era buena idea dejar a ese enorme sujeto poseerlo, pero para qué iba mentir, cada molécula de su cuerpo estaba de acuerdo con la idea de sentir la voracidad de su sexual y duro colega.

Stefan empujó a Calem contra el sillón y giró su cuerpo, como si de un maniquí se tratase, quedando detrás del menor y viendo ese firme cuerpo a su disposición.

—Oy-Oye... —gruñó el joven, no iba a dejar que Stefan lo intimidara o sometiera fácilmente.

Una consumida sonrisa se formó en el contrario y apoyando su mano en medio de la espalda de Calem lo empujó duramente contra el sofá.

Se acercó a su oído, con una inusual e inquietante calma, erizándole la piel al chico inmovilizado bajo esas grandes manos.

—¿Crees que luego de excitarme, rechazarme, volver a calentarme y finalmente pedirme sexo; yo iba a obedecer, ser gentil y paciente contigo? —Calem tragó saliva y su aguerrida mirada ardía cuando por el rabillo de su ojo vio fijamente a Stefan.

—No te atrevas a subestimarme, o a mi cuerpo —siseó orgullosamente, acaparando toda la atención de Stefan y provocando que un escalofrío placentero recorriera su trabajada espalda.

—Vaya, de verdad quieres que te folle duro ¿Tan caliente estás, exvirgen? —se deshizo bruscamente de la ropa que cubría la parte baja de Calem y cuando éste quiso levantarse apoyando sus manos en el sofá, Stefan lo notó y con fuerza tomó sus brazos.

Una corriente eléctrica se expandió por el torrente sanguíneo de Calem cuando sintió la fiereza con la que Stefan lo estaba sujetando y apoyando en su trasero esa gran erección, todavía dentro de sus pantalones.

Desató esa parte de su mente donde perder no era una opción, su lado competitivo ardía cada vez que Stefan se desenvolvía con dureza y sonrió competitivamente.

Antes de poder hablar, la lengua de Stefan rozó la exquisita y suave nuca de Calem, contrayéndose por acto reflejo y soltando un jadeo.

—¿Ya estás así con simples preliminares? Tu cuerpo se ha vuelto un desastre lujurioso y codicioso ¿No crees, enano? —Tomó la erección de Calem con una de sus manos y comenzó a estimular su erección.

—¿Es lo mejor... que puedes hacer? —Lo desafío jadeante, el orgullo era mayor a la vergüenza, aunque sus mejillas estaban bastante rojas luego de soltar aquello, o quizá era por la excitación, tal vez ambas.

Instantáneamente se arrepintió de su osadía, los previamente humedecidos dedos de Stefan entraron sin cuidado alguno, siendo dos a la vez.

—¡Ah, e-esp... ¡Ah! —Cubrió su boca y se encogió sobre su pecho en el sofá, la velocidad y fuerza con la que Stefan estaba penetrando con sus largos dedos su dilatada entrada lo hacía temblar de placer.

EN EL ARMARIO (+18↔GAY)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora