—¿Qué tal el chapuzón?

Se ríe y Estela le lanza una mirada asesina.

—Como no lo dejes en paz te voy a enterrar a ti, pero esta vez de verdad. —Claudia se troncha de la risa y acaba contagiando a Estela —Que sepas que no iba en broma —dice esta sonriendo

Desvío la mirada hacia el agua y observo las olas, tan pacíficas y calmadas. Me fijo en el horizonte y luego en la orilla, sentir el agua bajo mis pies es una sensación increíble. El refrescante olor a sal inunda mis fosas nasales y junto con el sonido de las olas, provoca que se me cierren los ojos.

—¿Te parece bien Ivette? —Salgo de mi trance para ver que todos me están mirando, abro la boca para añadir algo pero Lucía se me adelanta.

—¿Nos has escuchado? —Yo me río ligeramente y niego con la cabeza.

—Bueno, no pasa nada —suspira y añade —hemos pensado que podríamos ir al karaoke esta noche, ya que no tenemos nada mejor que hacer.

—Ah —digo con una tenue sonrisa —vale

Ella aplaude y dice:

—Pues dicho esto... ¿Nos vamos a comer? —Los demás asentimos y recogemos nuestras toallas y la pequeña cesta del desayuno.

No nos apetece mucho cocinar, por lo que decidimos pedir comida a domicilio. Barajamos varias opciones y nos acaba tentando más la comida china. En menos de una hora estamos sentados entre el sofá y las camas del bungalow, viendo un episodio de la célebre serie de televisión Friends mientras devoramos nuestro almuerzo. Pasamos el resto de la tarde entre palomitas y filmografías de seis amigos neoyorquinos.

A eso de las nueve nos ponemos en marcha para empezar a prepararnos, esta vez soy de las últimas en entrar al baño, debido a que las chicas han acaparado todas las duchas. Espero pacientemente mi turno y por fin tengo acceso al agua caliente, esta relaja mis músculos y me libra de la tensión acumulada. Mientras me enjabono el pelo no puedo evitar pensar en esta noche; la última vez que fuimos al karaoke me subí al escenario para cantar con Liam. Sonrío recordando lo ocurrido aquel día y me doy cuenta de que debo darme prisa o llegaré tarde. Me aclaro el champú y envuelvo mi cuerpo mojado en la toalla, salgo a la zona común y me dirijo hacia el bungalow. Al llegar veo que la mayoría están vestidas y maquillándose frente al espejo, me fijo en que todas llevan tacones y van super elegantes.

—¡Guau! —se giran hacia mí Claudia y Lucía —Estáis preciosas —ellas sonríen y me miran de arriba a abajo.

—¿Por qué no estás vestida?

—Es que no iba a venir con el mono puesto desde el baño... —Ellas asienten y Paula dice desde la otra punta de la habitación:

—¿Qué te vas a poner? —Me dirijo al armario y saco la percha con mi conjunto —Esto —despliego con cuidado la elegante prenda y ella abre la boca de par en par.

—¡Que conjuntazo! —Yo sonrío y me sonrojo un poco —¡Venga pruébatelo!

Me desvisto y hago pasar la blusa por mi cabeza, la coloco bien y seguidamente me abrocho los pantalones, es un poco más justo de lo que recordaba. La parte de abajo cubre por completo mis piernas, y para contrastar, la camisa es abierta. Camino hacia el espejo y me miro desde diferentes perspectivas.

—¿Os gusta? —Las demás se giran para admirar el atuendo y sonríen

—Me encanta —dice Claudia

—Lo mismo digo —añade Estela

—Pues decidido —digo dando media vuelta hacia el armario.

Me maquillo ligeramente con un poco de máscara de pestañas y sombra de ojos, un pintalabios color nude y algo de colorete. Al terminar meto en mi bolso los básicos: las llaves de la furgoneta, mi móvil y pañuelos. Al ser la única que no bebe me hago cargo de las llaves del bungalow y por lo tanto soy la última en salir.

—¿Ya estamos todas? —Hago un rápido recuento y me vuelvo hacia la puerta, echo la llave y añado —¡Pues vamos!

Caminamos hasta el aparcamiento y vemos que los chicos aún no han llegado, abro las puertas de nuestro transporte y Claudia exclama:

—¡Mierda! —Me giro de golpe y veo que está rebuscando en su bolso.

—¿Qué te pasa? —pregunta Lucía preocupada

—Me he dejado la compresa —yo me río y digo

—Segura que alguna tiene aquí —voy mirando una por una a mis amigas y todas niegan con la cabeza. —¿En serio? —suspiro y le digo a Claudia

—¿Quieres que te acompañe a por una? —Ella sonríe exageradamente y dice

—¡Sí! —se acerca casi corriendo a mi lado y añade: —¡Gracias!

Rehacemos el camino de ida y en un santiamén estamos en el bungalow, Claudia insiste en que quiere unas en concreto y que no las encuentra. Me pide que mire en un armario del baño para ver si están, yo cojo una silla y me subo, al no ver nada desciendo y noto un tirón.

—¡Uy! —llevo mi mano hacia la espalda

—¿Tengo algo? Es que he notado como un ruido en la parte de atrás...

Ella se acerca a mí y recorre con su mano la blusa, hasta llegar a un punto en el que se detiene.

—¿Qué pasa? —Me intento girar para ver algo pero no puedo

—Digamos que vas a ir bastante fresquita —dice ella, "¿Qué?" pienso para mis adentros.

Me acerco al espejo y me pongo de espaldas, veo que el mono tiene un agujero de arriba a abajo. Abro los ojos como platos y exclamo:

—¡¿Y ahora qué hago?! —Ella mira mi blusa y dice

—¿No tienes otro mono o algo? —Intento repasar mentalmente todos mis conjuntos, pero no hay suerte.

—No hemos puesto ninguna lavadora desde que volvimos de Disney —ella asiente y se queda pensativa, de golpe se le ilumina la cara y dice:

—Yo creo que tengo un vestido —la miro intrigada y dudo sobre cómo contestar, nuestros estilos son totalmente contrarios aunque valoro que me lo haya ofrecido.

—No sé... —ella no me hace caso y dice

—Ahora vuelvo —sale disparada hacia su bungalow y yo me siento en su cama.

Pasan unos dos minutos cuando reaparece con una prenda en las manos.

—¡Voilà! —la sacude delante de mis narices y como ya había supuesto, es un vestido bastante corto y de color negro. —¿A qué es precioso? —yo asiento y pregunto:

—¿Eso me va a entrar? —

Claudia es bastante más delgada que yo y aunque no nos llevemos demasiada diferencia de altura, no creo que me quede bien. Ella parece ignorarlo, ya que dice:

—Sí, sí, tú pruébatelo —dudo un poco antes de cogerlo y ella añade —si total, tampoco tienes otra opción.... —Suspiro y empiezo a desabrochar la blusa, seguida de los pantalones para poder ponerme el vestido.

Me queda por la mitad de los muslos, compruebo que es bastante más apretado que el mío, aunque este es flexible. Es bastante más escotado y me resalta el busto, no creo que en condiciones normales me hubiera vestido así. Me miro al espejo y veo que enmarca mi figura, tiro del bajo todo lo que puedo y le pregunto a Claudia:

—¿Seguro que me queda bien? —Ella se gira y da un silbido

—Fantástico.

Well... why not?Nơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ