Destilar

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Rey se podía acostumbrar a esto

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Rey se podía acostumbrar a esto. No se diferenciaba mucho de lo que había estado haciendo durante años. Pero ahora alguien la tomaba de la mano mientras vigilaban en la oscuridad. Su cuerpo pegado al suyo, protegiéndola del frío de la noche.

Ocultó una tímida sonrisa. No era momento para eso.

- ¿Te fías de él? - preguntó cuando las luces de la casa que observaban se apagaron, su inquilino listo para dormir.

- No – respondió Ben – Pero es leal al dinero. Tal vez pueda...

- ¿Sobornarlo con plomo?

- Algo así.

Esperaron un poco más en silencio por precaución.

- Vamos – dijo Ben apretándole la mano y empezando a caminar. No se la soltó hasta que estuvieron ante la puerta de atrás.

Armitage Hux era un despiadado comerciante, y un conocido colaborador de la Orden. Ben le contó que en un reino donde la alquimia estaba prohibida, Hux era el que movía los hilos en el mercado negro para conseguir todo el instrumental y todos los materiales.

Si la Orden había descifrado su libro, iban a necesitar todo eso, y solo Hux podía proporcionarlo.

Cuando Hux los vio, apenas reaccionó. A Rey le recordó a una serpiente, calculando con calma si eran o no amigos. Reconoció a Ben, eso estaba a claro, porque Rey vio como sus ojos brillaron codiciosos al verle.

- No acostumbro a hablar de mis negocios. Ya lo sabes.

Ben y él estaban sentados en la cocina de su opulento hogar. Rey los observaba desde la pared.

- Hux, se avecina una guerra.

- Lo se – dijo él sin darle importancia – La compra de armas ha subido.

- Si la Orden logra destilar lo que temo, decantará la guerra a su favor.

- Hubo un tiempo en el que tú también querías eso – comentó Hux entrecerrando los ojos, y entonces alzó las cejas con gesto burlón - ¿O te llegaron noticias de Alderaan?

Ben apretó la mandíbula.

- Puedo pagarte.

- O no lo dudo – dijo levantándose para ir hasta la ventana - Pero hoy me siento generoso, así que te lo diré gratis – continuó - Sí, la Orden me hizo un pedido. Hace dos semanas.

- ¿Dos...? - exclamó Ben alarmado también levantándose.

- Y te diré más, ¿eso que temes y que no quieres decirme? - la voz de Hux era fría como el hielo – Ya ha ocurrido. Y estás a punto de comprobar su eficacia.

De repente, la puerta se abrió de un portazo, y dos figuras con sendas armaduras negras invadieron la cocina. Los dos llevaban las espadas ya desnudas en las manos. No parecían querer hablar.

- Lo siento Solo, pero ellos llegaron antes – dijo Hux antes de salir corriendo.

Rey se colocó junto a Ben y sacaron las espadas a la vez, preparados para luchar contra sus enemigos. Contra los Caballeros de Ren.

Septiembre2020 microficDonde viven las historias. Descúbrelo ahora