Cobalto

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Junto a la muralla de la fortaleza que los lugareños llamaban Starkiller, dos pequeñas figuras encapuchadas se preparaban para asaltarla

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Junto a la muralla de la fortaleza que los lugareños llamaban Starkiller, dos pequeñas figuras encapuchadas se preparaban para asaltarla. Ningún ejército había podido jamás atravesar sus muros, pero eso terminaba esa noche.

- ¿Estás segura?

- Si tienes miedo vete – respondió Rey cortante, solo para volverse arrepentida hacia su amiga. Pero en el rostro de Rose no había enfado, solo comprensión.

- No es eso. Solo estoy preocupada.

- Lo se – dijo con una sonrisa triste – Lo siento.

Rose asintió, sacando el cobalto del bolsillo que lanzó un destello azul bajo la luz de la luna. Como una sola, las dos rodearon el metal con ambas manos. Rey lo sintió vibrar bajo la palma, los juguetones espíritus en su interior con ganas de salir.

- Tranquila – dijo Rose de repente – Seguro que él está bien.

Rey se removió incómoda. ¿Tan transparente era? Lo mejor era ponerse manos a la obra, y con un asentimiento, empezaron a recitar.

- Llamamos a los duendes, a los espíritus de la tierra. Acudid a nuestra llamada.

Continuaron así, llamando a los poderes de la tierra, hasta que Rey lo sintió. Una oleada de magia saliendo del metal y escurriéndose entre los dedos. Invisibles para todos salvo ellas, Rey y Rose vieron unas pequeñas sombras correr por la pared hasta la puerta principal.

Pocos segundos después los gritos de miedo de los guardias llenaran la noche. Era su señal. Rey y Rose se pusieron en marcha con un solo plan en la cabeza: salvar a Ben y a Leia, recuperar el libro y salir de allí con vida. Fácil.

Septiembre2020 microficDonde viven las historias. Descúbrelo ahora