Capítulo VIII

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Cuando logro dejar el momento de trance atrás me doy cuenta que estoy sentada en el sillón. Las voces de mis padres las vuelvo a escuchar como un balbuceo. ¿Todo eso fue real? Los movimientos y el sonido del sillón haciendo fricción me indican de la presencia de Tsohg.

—¿Por qué no respondes? Ni siquiera puedes saberlo pero, aun así no me dices ni eso —le hablo sentada en el sillón.

Su cuerpo moviéndose crea que el sillón también lo haga. No emite ruido más que las relamidas que da a sus labios. El silencio es absoluto en el cuarto donde nos encontramos, a excepción de nuestras respiraciones que se pueden escuchar con claridad, la de él más intensa que la mía.

—¿Qué escuchaste exactamente?

—Algo, como un recuerdo. El mismo día pero... logré escucharlos.

—¿Desde tú habitación?

—¡Sí!

Después, nuevamente nos sumimos en el profundo silencio. Suelta varios "mmm". Carraspeo en un intento de que me haga caso o diga algo. Pero nada, seguimos en el absoluto silencio. Entonces, decido hablar:

—¿En qué piensas?

—Tal vez, deba volver a salir.

Sus palabras entran como una flecha por mis oídos. Arrugo el entrecejo. ¿Qué hizo entonces el día que salió? ¿O por qué nuevamente tiene que hacerlo?

—¿Para qué?

—Arreglar asuntos.

—¿Qué clase de asuntos?

—Unos.

Siento como el lado derecho del sillón se sume y luego deja de tener el cuerpo de Tsohg encima. Su forma de actuar, de hablar, incluso la de abrazarme. Todo está completamente diferente en él. No es el mismo Tsohg de hace dos días, ya no.

«O quizá nuca lo fue»

Esta vez la voz de un chico es la que me hace dar un salto. Sus palabras calan hasta mi alma, ¿qué es esto? ¿Qué está pasando? ¿Por qué de repente me planteo todo lo que esas voces dicen? No tiene sentido nada de lo que dicen.

«Enfréntalo»

«¿Estás segura de lo que hace?»

«¿Cuántas veces no te ha mentido ya?»

Sus pasos se encaminan recorriendo toda la casa. Mi respiración se vuelve intensa, ¿qué es este sentimiento tan intenso? Todos mis sentidos parecen querer explotar de una vez.

«¿Planeas ser una falla toda tu vida?»

Niego con la cabeza con fuerza, en un intento de hacer callar esas voces. "Asesinatos". Las palabras de Armunens regresan a mí, como una cachetada al alma.

—¿Qué hay de los asesinatos?

Sus pasos dejan de sonar, dejando como rastro de sus pasos el eco que va desapareciendo con lentitud. Trago con nerviosismo, mi respiración se agita por lo bajo. ¿Qué estoy haciendo?

—¿De qué hablas?

—Escuché en el pueblo... —Trago saliva—, dijeron que aquí habían sucedido asesinatos.

—Tengo que irme.

Sus pasos se apresuran a la salida. Mi cuerpo actúa casi de manera inconsciente siguiendo el sonido de sus pisadas, mismas que chocan con más fuerza de lo acostumbrado.

SusurrosWhere stories live. Discover now