𝙤𝙣𝙚-𝙨𝙝𝙤𝙩𝙨 || ᴊꜱʜᴋ

𝓒𝓸𝓵𝓭

【Hanako - Smut】
Requested by: MinMoongi

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Sus bocas peleaban por tener el control cuando se juntaron, batallando con sus lenguas calientes entre la oscuridad del baño en el edificio antiguo. El chico, nervioso por obvias razones, aún seguía pensando si era bueno lo que ocurriría en ese lugar tan privado.

La estudiante llegó un día a pedir un deseo al séptimo misterio, hizo el proceso y dejó anonadado al espectro con su actitud. Cualquier cosa que Hanako dijera con un doble sentido, la señorita respondía aún más sucio todavía, lograba avergonzar al pelinegro con cada ocurrencia pervertida que soltaba de repente. No importaba si Yashiro o Kou estaban presentes, sus comentarios subidos de tono dirigidos a Lord Siete eran tan desubicados que él mismo debía taparle la boca para que no siguiera, ganando más bromas por parte de ____.
Porque en un inicio él las vio como eso, bromas pesadas que comúnmente se hacen los amigos. Claro que esto acabó cuando la muchacha le confesó sus sentimientos.

Se sentía abrumado, sin querer se había ahogado en esos pensamientos que incluso juró corresponder. Pero seamos sinceros, él era un hombre de más de cincuenta años en el cuerpo de un niño de doce. Y estaba muerto. No importara qué tantas excusas pusiera, no habría forma que alguien tan muerto como lo era Yugi Amane, ahora Hanako-san del baño, compartiera momentos tan bellos como los de una relación con alguien tan viva como lo era ____ ____.

Pero todo eso había quedado olvidado esa mañana que todo se fue al diablo. Estando encerrados en un lienzo, viviendo una ilusión tan bonita y estando alejado de Yashiro o Kou, Amane llegó junto a la chica sonriente. Y empezó el juego.

— Entonces, Amane — ____ sonreía con picardía, divertida, por el monólogo que iba a crear ahora — No te ví mucho ayer, ¿algo interesante que contar?

— Nada realmente, estaba esperando que me acompañaras a casa para cenar. Pero fuiste con tu hermano — la sonrisa seductora de la contraria, ahora que era un humano, no le provocaba tantos nervios como antes.

— Lo hice por tu bien — cerró sus ojos cruzando los brazos — Si iba contigo, lo que menos haríamos era comer, y tu quieres llegar santo a nuestra boda.

Amane soltó una carcajada en la cara de su chica, y sin embargo esa muestra le causó curiosidad, incluso extrañeza de que el mayor de los Yugi no estuviera avergonzado.

— Hubiera preparado una buena comida entonces.

Y el resto del día siguió igual, lleno de piropos e indirectas entre una evidente tensión entre ambos, apartados de cualquier compañero. Hasta que llegó la noche en donde verían la lluvia de estrellas, y los dos arreglaban su pequeño lugar donde, juntos, observarían tan magnífico acontecimiento.

— ¿Comida?

— Listo.

— ¿Repuestos?

— Listos.

— ¿Mi beso de buena suerte?

El beso que Amane dejó en su mejilla fue un gran premio para ambos. Pues sentir al contrario era algo tan lejano que, ahora, un contacto tan básico como un roce los hacía alucinar y provocaba que sus caras se encendieran como un árbol de navidad. Sentados en su "Nido de Amor", mantuvieron sus miradas en el otro, esperando por un movimiento, un permiso del otro, para dar el primer paso. Pero como era de esperar, la joven se cansó de esperar más y besó los labios de Amane, ganando un coro de voces unidas en una sílaba. Ante la vergüenza, todos fueron dejados atrás al separarse de la explosión de sentimientos, con la necesidad de sentirse ahora, sabiendo que no habría otro momento.

— Amane — la chica llamó su nombre al llegar a la puerta del baño — ¿Me concederías un deseo?

Perder la virginidad. Ese había sido lo que ____ pidió a Hanako-san del baño cuando lo invocó. Con tan poco tiempo predicho en la tierra, la mujercita quería irse en paz después de haber probado esa venenosa pero dulce manzana, habiendo experimentado algo tan bello e íntimo como eso.
Claramente, Hanako-san no podría conceder algo tan vulgar como eso, aún teniendo una personalidad tan juguetona, y era por eso que Amane era el indicado.

Sus labios amaban al otro, susurraban entre el profundo silencio un poemario dichoso dedicado al otro. Se poseían con sus manos, reclamando como suyo la piel ajena mientras la ropa innecesaria caía al suelo.

Las palabras bonitas no faltaron, siendo Amane un romántico, sus frases besaban los oídos de ____ al subir la temperatura entre la fría noche iluminada por aquella brillante luna. Tan gloriosa como el tacto de sus manos al ser tomadas, como sus intimidades al unirse en una mezcla deliciosa de amor y lujuria.

Sus bocas, suspirando un humo tan helado, eran derretidas por el calor de sus gemidos al aumentar la velocidad. Amane cubrió a tan bello ser con el suyo, reclamándola, sintiendo que debía dejarle en claro quién era el idiota que estaba enamorado de ella.
Aquello ajeno explotó en sí mismos, dado por terminado la incomodidad en sus vientres. Juntando sus labios una última vez.

Lloraron, abrazando el cuerpo del otro, guardando para ellos esa memoria tan dulce en sus corazones. Temieron que, al acabar todo, no recordaran nada de este encuentro. Temblaron bajo las manos del otro, y los besos salados los consolaban, sintiendo frío si un centímetro de sus pieles no podía tocar al otro.

— No quiero salir de aquí — confesó Amane dejando que el cabello de su amada aprisione su mano, casi en un susurro débil por sus sollozos. Su amada reforzó la muestra de afecto, sin querer separarse, escuchando los lamentos en su hombro — Te amo.

Aquellas palabras tan bonitas fueron un golpe a su corazón, sonriendo, volvieron a mirarse y tocaron sus frentes suavemente, disfrutando su cercanía.

— No quiero olvidar esto — dijo ____ con un tono lleno de amor, acariciando el rostro de su querido — No permitas que olvide esto, que te olvide.

Un nuevo beso, más bien una promesa, se hizo esa noche frente a la luna. Hecha por dos flamas que lamentaban la lluvia que las apagaría, e intentaban crear una pequeña utopía ideal en la que las ramitas y los grandes troncos resguardaban su amor del frío.

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¡Gracias!