𝓡𝓮𝓪𝓭𝓮𝓻

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Julie's note: Dedicado a Ann, que adora con su vida al solecito de Kou uwu. 🍫

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【Minamoto Kou - Fluff】

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Sus ojitos cristalinos se esforzaban por identificar la extraña palabra que estaba en el libro, con una fuerza inimaginable y con sus labios de fresa soltando pequeños sollozos. ¿Por qué le era tan difícil saber qué decía allí, a diferencia de otros niños? La pequeña ____ dejó de lado el libro y juntó su rostro con sus rodillas, aguantando llorar más fuerte.
A su alrededor, esos niños y niñas la veían con extrañeza infantil, y al verla llorar otros largaron a carcajear estruendosamente. La maestra que supervisaba la hora de lectura los calló a todos y llevó a la niña a los baños y dejó a su compañera con los demás.

— Lava tu cara, lindura. Después volveremos al salón, ¿sí? — la niña limpió su rostro con sus manos y asintió. Cuando iba a abrir la puerta, esta fue abierta por un niño de cabellera rubia y mejillas algo regordetas — ¡oh, lindura! Ese es el baño de niños.

— ¿No sabes leer? — sin ningún aire de malicia, el niño preguntó con total inocencia, pero causó que ____ soltara lágrimas tormentosas y rayos feroces-— ¡lo siento! No lo dije...

— Vamos, lindura. Ve a lavar tu carita.

La maestra hizo que la infante entrara al baño correspondiente y el otro, Minamoto Kou, fue enviado a su salón. Sin embargo el rubio no dejaba de sentirse mal por haber provocado tal reacción fea en una niña menor que él. Eso no era lo que hacía un buen niño.
Por lo tanto, en la hora de la merienda, Kou se dispuso a buscar con la mirada a la niña, y la encontró en una mesa algo apartada a la suya. Sentada junto a sus maestras y unas amiguitas de ella, reía de manera adorable a la vista del niño.

— ¡Hola! — sonrió — mi nombre es Minamoto Kou, quería disculparme por hacerte llorar hace un ratito, no era mi intención decir que no sabes leer.

Un par de niños rieron y apuntaban con sus manitos a la niña, hasta que una de las maestras lo regañó.

— Si no sabes leer, ¡yo puedo enseñarte!

Y de esa manera, en la hora de juegos, ambos niños se sentaban a leer todos los libros de cuento y materia que habían en la estantería decorada con dibujos. Kou vió el rostro de ____ más de cerca, y notó los rasgos finos que la hacían bonita, sin embargo no eran muy asiáticos; Sus ojitos eran grandes y no rasgados, y su piel era un poquito más morena que la de otras niñas, así mismo su altura era ligeramente diferente a las otras pequeñitas japonesas. ____ era extranjera, y su idioma materno era muy distinto al que le estaban enseñando ahora. Y eso hizo que Kou la quisiera más, pues le gustaba saber que podía ayudar a alguien de un país tan lejano a entender cosas diferentes. No era para nada tonto.

Kou le enseñó el vocabulario, y cuando se lo sabía más o menos bien, le leyó 'Blancanieves y los siete enanitos', pero ____ se seguía equivocando con las palabras.

— La r con la e, dice 're' — Kou miró la cabecita de ____ asentir — la i con la n, dice 'in', y con la a acaba en...

— ... — la mirada fija en el papel se movió a los ojos del rubio — ¿remolino?

Así pasaron; Desde Blancanieves hasta 'La sirenita', hasta que en algún punto las reuniones de ambos niños ya no eran para que la pequeña aprendiera a leer, sino sólo para que esta escuchara a Kou leerle aquellos fantásticos cuentos que prometían un final feliz con una pareja que se amaría hasta el fin de los tiempos. Pero un día llegó un nuevo libro al jardín de infantes: 'El Principito', y ____ estaba emocionada de que Kou se lo leyera. Pero esta vez Kou tenía otros planes.

— ¿Yo lo voy a le-eer? — preguntó aturdida la niñita.

— Sip, quiero que tú lo leas, porque quiero que sepas leer. ¡Tu futuro será brillante si lo haces! Y sé que podrás hacerlo, porque confío en ti y te quiero.

Y la niña notó que, en aquellos diamantes azulados, profundos como una cueva y brillantes como la luz de una lámpara, se encontraba el sol. El propio sol que acariciaba su piel por las mañanas y que le permitía jugar bajo él en la tierra. Pues Kou le tenía una fe inmensa y, con solo eso, el dulce chocolate de sus ojos se derritió hasta su corazón, bombeando azúcar a todo su cuerpo y sonrojando sus mejillas, como las manzanas acarameladas. Su sonrisa contagió el pigmento rojo a Kou, quien sintió su corazón palpitar muy rápido.

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— ¡Kou! — la chica de, ahora, trece años tomó la mano de su mejor amigo y la sacudió con gentileza, tomando la atención de aquel y sus espejos azulados para ella — ¿vamos a leer?

— ¡Me parece bien! — ambos chicos se sentaron en el césped del patio de la Academia Kamome y abrieron aquel libro, forrado con papel azul y escritor el título con marcador dorado — ¿El Principito? Es tu favorito, pero, ¿otra vez?

— Me gusta escucharlo con tu voz — apresuró a explicar ____ con un sonrojo — me recuerda que yo también tengo un Principito de ensueño conmigo, y me alegra.

— Entonces... ¡Tu eres mi rosa! A la que tengo que proteger y querer mucho — el tono armonioso del chico hizo reír a la chica — pero tu eres mejor que una rosa, eres más bonita y menos hostigosa.

— El Principito tiene sus razones para querer a su rosa, así como ama los atardeceres.

Los dos abrieron el libro en una página en particular, de la que cayó una hoja de color celeste, que llamó la atención de Kou.

— No creo saber qué dice, ¿puedes leerla?

❝ El Principito viajó por muchos planetas, y conoció a toda clase de personas en sus viajes. Pero incluso, al llegar a un gran desierto, desolado y con sólo una persona y su maquinaria, él nunca olvidó a su amada rosa. Y en su mente aún seguía presente aquella hermosa, que posiblemente lo esperaba con todas sus ganas de estar juntos.

Entonces yo, que estoy enredada a ti, y no porque me puedas dar agua o un escudo contra el frío espacio. Sino porque mis raíces necesitan de tu calor y amor para que no caigan mis pétalos. Entonces yo, que soy tu rosa enraizada a tu cariño, no me importaría conocer muchos planetas o a toda clase de personas, sólo para estar a tu lado.

Porque toda rosa necesita a su Principito para que la quiera, y le enseñe, y estén juntos.

Porque no sólo seré tu amada rosa, que adorna tu jardín. Sino que también seré tu zorro, que espera impaciente y feliz a tu llegada, meneando las orejas.

Entonces tu, que eres mi amado, ¿serías mi Principito? ❞

— ¿Entonces...? — Kou miró a ____, con sus rostros tan rojos como una manzanita acaramelada. Y el chico juntó los labios de su querida con los suyos, fundiendo el chocolate que pasaba por sus venas y calentaba sus corazones. Meneando sus sentidos y liberando una felicidad necesitada desde hace años.

𝙤𝙣𝙚-𝙨𝙝𝙤𝙩𝙨 || ᴊꜱʜᴋWhere stories live. Discover now