Capítulo 17

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Ella se estremeció al oírlo, era lo último que esperaba escuchar en aquella situación, sin embargo, no supo qué contestar: no sabía si estaba preparada para decirle que también lo amaba o si lo hacía estaría diciendo la verdad realmente, sentía algo muy fuerte por Agustín, pero todavía no podía darle nombre, por lo que sólo se mantuvo callada mientras acariciaba su cabello, lo miró a los ojos y lo besó, de una forma distinta a la que siempre lo hacía, lo hizo con pasión y afecto al mismo tiempo.  Agustín respondió inmediatamente, ella sentía en él la decepción de no escuchar lo que esperaba, pero se recobró al instante y Carolina esperó que esa era su forma de demostrarle su afecto hacia él. Para ella era difícil decir te amo, después de lo que le pasó hace unos años, la forma cruel en la que le rompieron el corazón y de lo que nunca quería hablar y pensar, pero algún día se lo contaría...

Estaba empezando su tercer año, siempre había sido una chica muy tímida y reservada, socializaba con poca gente y pasaba desapercibida, no se quejaba, realmente no le gustaba destacar ni lucirse, de esa manera nadie podía criticarla. Un día, llegando a la escuela con Valentina, porque habían decidido ir juntas esa mañana, se encontró, en la entrada, al joven más lindo que alguna vez haya visto, era alto, con el pelo tan oscuro que destacaba por el resto y un buzo negro y las facciones de su rostro perfectamente marcadas. Llamó la atención de Carolina al instante, hasta que Valentina la empujó despacio para que regresara a la realidad, ella sacudió la cabeza y siguió caminando, pero sentía su mirada desde atrás. 

Horas después, a la salida del mismo día, cuando comenzaba a caminar con intención de volver a casa, donde su familia completa la esperaba, sintió que alguien tocaba su hombro, por lo que giró en la dirección del brazo y se sorprendió al ver al mismo joven del que no había podido desviar la mirada un tiempo atrás. Sintió cómo su cuerpo se tensaba de sólo verlo. 

—Hola, disculpa, es mi primer día de clases y no tengo idea dónde se encuentran la mayoría de las salas, ¿podrías decirme en dónde está la biblioteca? —inquirió el chico con una masculina voz, con un acento español que haría suspirar. Ella sintió su exquisito perfume al tenerlo de frente. 

—Eh... sí, te acompaño —respondió Carolina con timidez. 

Caminaron en silencio, hasta que él rompió el silencio. 

—¿Hace mucho que vives aquí? —preguntó mirándola. 

—Sí, toda mi vida básicamente —cuando volvieron a quedar en silencio, entendió que debía decir algo —. Y vos, ¿te mudaste hace poco o ya vivías acá?

—Ninguna en realidad. Estoy de intercambio por seis meses.

—Oh —entonces en un unos meses se iría. Eso desilusionó a Carolina, pero mantuvo su postura. 

—¿Querrías salir conmigo? —preguntó de repente. 

—¿Qué? —debía haber oído mal, los chicos jamás la invitaban a salir. 

—Que si te gustaría salir conmigo, no sé, ir al cine tal vez. No conozco mucho por aquí así que tendrías que ser mi guía —el chico sonrió mientras Carolina soltó una risita nerviosa. Nunca la habían invitado a salir, y mucho menos un joven como él. 

—Está bien —contestó. Su corazón comenzó a latir rápido, se ilusionó al hacerse la idea de que había llamado su atención. Todo parecía perfecto.

Ese fin de semana salieron, y el siguiente, y el próximo. Fueron al cine, de picnic, a la playa. Carolina estaba feliz de tenerlo en su vida, con él se sentía cómoda, feliz, cada momento con él era una alegría. Se entendían a la perfección y vivían riendo, pero podían pasar a hablar temas serios en un segundo y pasar horas hablando. Después de dos meses, decidió presentarlo a su familia, y todos quedaron encantados con la amabilidad y simpatía del joven.

Bad Reputation (Aguslina)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora