Los Santos.

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No han pasado más que dos meses desde que ella "desapareció" o huyó, más bien.

Nadie sabía, nadie se enteraba cómo iba esa relación puesto que aunque todos lo supieran por los chismes y demás llegaron a ser demasiado privados y más por el hecho de que Isabel vivía en cautiverio la mayor parte del tiempo.

Los únicos enterados de su desaparición era Michelle, Volkov y extrañamente Freddy gracias a una de esas reuniones del CNI.

Horacio y Gustabo tenían tiempo sin aparecer y era normal, todo es trabajo para ellos.

El CNI tenía un asunto importante entre manos y Jack no tenía tiempo de caer en tristes pensamientos o un mínimo de esfuerzo de buscarla.

Claramente jamás volvió a responder los mensajes, su auto quedó escondido y abandonado en el estacionamiento del aeropuerto, en su cuenta bancaria a día de hoy no recibía ningún uso. Abandonó absolutamente todo y ese vuelo a México no daba ningún rastro más.

Si de por sí Jack es un hombre amargado, grosero y frío ahora parecía ser peor. No muestra estar triste o con suerte llega al límite llorando alguna noche que se quedaba en el abandonado departamento donde las cosas que Isabel dejó seguían intactas, todo estaba igual que como despertó en la noche.

Sus tacones, las pantuflas junto a la orilla de la cama, parte de su ropa interior y toda esa ropa formal que parecía tomar más espacio quedó colgado pero el armario se continuaba viendo vacío.

En el baño todo su maquillaje seguía donde mismo, el mismo labial junto al lavamanos que se aplicaba a prisa y más lejos todas sus cremas faciales.

A las esquinas de la bañera estaban todos los tratamientos de cabello de ella decorando con diversos colores y en otra esquina más lejos el shampoo de él, el empaque era todo lo contrario: gris y letras simples sin una imagen o información, nomas el nombre del producto.

La jaula seguía allá afuera sin rastro del amado animal. El alpiste quedó abandonado y el agua ya estaba muy sucia, siempre lo miraba de reojo cuando salía al balcón a fumar, era inevitable.

Aunque ella ya no esté sigue con la costumbre de no fumar dentro de casa, un acuerdo que tomaron para cuidarla durante su embarazo, quizá mientras está allí parado la imagina dentro sentada junto a Ivadog.

Esa noche su teléfono cantaba ese ringtone por defecto.

No respondía ninguna llamada a esas horas porque estaba ocupado siendo un triste inútil pero era ese número no registrado que ya se sabía de memoria y llega a ser pesado si la ignoras.

—¿Qué?

—¿Cómo estás?

—De puta madre, como siempre.

—Jack.

—Dime.—No recibió respuesta.—¿Sabes algo de ella? Necesito encontrarla Michelle.

—Pero si ni te has esforzado en buscarla, anormal.—Regañó pero no recibió un grito de defensa.—¿Qué pasa? El Jack que conozco ya estaría en México.

—Ese anormal es lo que Isabel más repudia en su vida.

—¿Y qué piensas hacer?

—Yo qué coño sé.

Quedaron en un profundo silencio, ella golpeaba con sus uñas la mesa pensando y él sacaba otro cigarro.

—Vamos a investigar pero pon de tu puta parte en el trabajo, no lo arruines.

—¿Qué crees que está haciendo ella ahora, Michelle?

—No lo sé Jack, deja de pensar en eso.

—Debe estar odiándome.

—No creo-

—Lo dijo, en la puta carta está escrito.

—¿Y aún así quieres encontrarla?

—Quiere que la odie también.—Michelle no respondió.—No puedo hacer eso.

Ella suspiró sobando su frente, no tenía ni idea de qué decir o a hacer.
Lo mejor es dejarla ir, la carta ha sido muy clara.

—Déjame investigar un poco, dependiendo de lo que encuentre tu sabrás qué hacer. Ve a descansar, deja de hacer el gilipollas.

No era sano pasar la noche allí, sólo se lastimaba.

Entró de regreso, cerrando el ventanal al igual que la cortina. Miró la cocina pensando que finalmente tiene hambre, antes de conocer a Isabel estaban esas costumbres donde no le importa nada.

—Solos tu y yo.—Habló al perro tras servirle su lata de carne en el tazón. Tiró la lata y miró dentro del refrigerador fijándose en otro de esos platos de plástico con comida para recalentar pero no hay ni ganas de ponerlo en el microondas. Ha comido cosas peores igualmente.
—Otra vez.

Al día siguiente Michelle le citó temprano, no le impresionaba pero reconocía lo rápido que fue saber algo al respecto.

—Te tengo noticias.

—Pues dime.

Golpeaba sus dedos contra su brazo con la pena de hablar.

—Te engañó Jack, huyó con el bebé.

Una punzada fría golpeó su pecho recorriendo todo su cuerpo aunque ni siquiera le ha quedado claro qué acaba de decir.

—¿De qué hablas?

—Ese doctor recibió un depósito a nombre de la familia de Isabel, y él no se esforzó demasiado en esconder información.
Fingieron ese aborto.

Comenzó a tallar su cara con ambas manos, la cabeza le quería explotar.

¿Ahora qué?

—¿Qué más sabes?

—Fue a Comisaría antes de irse, entró al despacho de Volkov y salió en breves ¿Tu fiel hombre no te mencionó nada?

Negó.

—¿Y qué coño hizo allí?

—No hay forma de saberlo a menos que él mismo hable.

Ahora siente rabia.

—Tocará hablar con él entonces.—Dijo en pie para salir de la oficina.

—Hay más. El vuelo fue a casa de su madre.

—¿Está allí?

—Así parece.

—Tocará hacer una visita a mi nueva familia entonces.

Era tan sencillo decirlo pero la mirada de Michelle era para matarlo.

—¿Te das cuenta de lo que acabas de decir?

—Claro coño, tenemos un hijo, me tengo que presentar como Dios manda.

Podrido🥀; la Rosa marchitó.Where stories live. Discover now