Hacienda.

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La última vez fue con su familia tomándolo como vacaciones para ella y su hermana pero como trabajo para su padre. El verano y a veces invierno lo aprovechaban para revisar cómo iba todo.

Originalmente queda a nombre de Isabel, pero mientras tanto un amigo de su papá y su hijo la cuidaron pero ese amigo falleció antes que Javier, el padre de Isabel; después quedó a cargo de Antonio, el hijo.

Antonio Rivera desde joven ha sido muy directo y sin temor de recibir un "No" de respuesta. Tiende a dar tan buena energía a todo el que se dirige y siempre hace buenos tratos para la hacienda. Cuando conoció a Isabel él tenía 15 y ella 9, al paso del tiempo cada que los visitaban comenzó a gustarle y siempre se lo decía pero a Isabel le costaba tener un interés por todo lo que su papá le enseñaba, aún así no descartaba que le cayera bien puesto que no era pesado con sus declaraciones y siempre mostró un buen corazón.

A este paso, Antonio esperaba cada época de vacaciones por la visita de Isabel y mientras tanto embellecía más y más cada rincón con la total esperanza de que un día le diera el "Sí" y se quedara a vivir allí mismo.

Ese día finalmente llegó pero sin compromiso o interés, solamente con un bebé en camino.

La iban a mirar mal ¿cierto? La metida de pata que ha hecho aún teniendo al estimado loco Javier Morton como papá.

Aún así se fue en breves de la ciudad.

Juraría que extrañará a su madre y hermana otra vez pero primero es su felicidad y el futuro de su hijo o hija.

—¡Antonio ven, ya llegó!—Llamó yéndose de la ventana para abrir la puerta.

Estaba tan emocionada, tenía años sin verla, la recordaba por fotos que tenían en la pared y álbumes de los que solían presumir a las visitas.

El otro terminó de acomodarse su camisa viéndose por última vez en el espejo y respiró hondo con una sonrisa que no podría esconder ya. Las últimas dos noches estuvieron hablando por teléfono pero no tan a detalle, eso lo dejarían para tomar un café.

Haide salió a esperar que el taxi quedara frente a la puerta. Isabel bajó siendo recibida por el fuerte abrazo de la mujer que la movía de un lado a otro. Antonio se detuvo al marco de la puerta para apreciar lo poco que podía de ella. Para cuando Haide la soltó no paraba de sonreír y entonces ya se pudo a acercar.

De media hora entre dejar las maletas, seguir saludando y demás finalmente pudo sentarse a hablar con él. A decir verdad estaba fascinada con los cambios que Antonio le ha hecho pero a la vez es muy desesperante que no se permite vivir el presente ya que no para de imaginar escenarios con Jack. Ella tenía el sueño de vivir en un lugar así con él y seguirá lamentándose de que no está.

—¿Qué sucede contigo Isabel?—Cuestionó Antonio preocupado.

Ella tiende a ser muy buena para disimular pero desde que se fue de Los Santos hay una expresión en su rostro que no se quiere ir. Sus ojos siempre se ven cansados, su rostro entero entera caía como si estuvieras viendo a una mujer viuda.

Preocupa tanto conocer una mujer así pero a veces es complicado acercarse.

—¿Por qué?

—Aunque me sonrías te veo distinta ¿Qué te angustia?

Es que de verdad cumplía con ese estereotipo de mujer abandonada, incluso con la pregunta su nariz y el contorno de sus ojos se tornaron rojizos.

—¿Cómo te explico Antonio?—Habló desviando la mirada hacia arriba unos segundos y trató de sentarse mejor en el sillón.—Pasaron muchas cosas en el pequeño tiempo que estuve fuera de casa.

Antonio asintió esperando a que soltara algo más pero no debía ninguna otra palabra.

—Sea lo que sea ya estás aquí, nadie te va a molestar, estarás bien.
Haide y yo estaremos para ti en todo.—Declaró para estirarse hasta donde posaba sus manos sobre el sofá y tomar su mano en consolación.

Ya vería qué hacer para hacerla sentir mejor. Ahora son ellos dos en ese lugar, sin sus padres da un golpe que lo cambia todo.

Podrido🥀; la Rosa marchitó.Where stories live. Discover now