Resurgir cómo mosca y caer como humano.

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A veces puedo más que mis ansiedades y me convierto en la suma de mis fracasos dispersos

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A veces puedo más que mis ansiedades y me convierto en la suma de mis fracasos dispersos.

En sinónimo de alguna palabra, de aquellas que rebotan en los labios de valientes o de esas otras que solo vuelven para repetirse.

A veces me convierto en mosca y me perfiló en la metamorfosis que escapa en halos de ignorancia.

Y de olvido, de camino errático y esencia soluble.

Porque a veces tengo miedo a disolverme y que ni siquiera me cuenten en partes por millón.

O de alargar una órbita más lo que sea que me carcome, concentrarlo hasta rozar lo volátil y emerger como pirómano que vaporiza la estupidez de su vacío.

Dónde el vacío es la sombra de otro y fantasma de alguna melancolía.

Para disfrutar en torturas ajenas lo que la luz vomita acerca de mi cobardía.

Y acto seguido: suicidarme un poco, por ratitos, por instantes que se eternizan dentro mío y se esparcen atravesando las paredes.

Desplazando los amasijos que son como vendajes que a su vez se vuelven depresiones y recordatorios de que pocas veces puedo más que mis ansiedades.

Desplazando los amasijos que son como vendajes que a su vez se vuelven depresiones y recordatorios de que pocas veces puedo más que mis ansiedades

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Post mortem.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora