(des) encanto parasitario.

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El espíritu infame penetró en mis venas, ahuyento mi submundo y después atrajo la duermevela

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El espíritu infame penetró en mis venas, ahuyento mi submundo y después atrajo la duermevela.

Me acosa dentro de la estepa muerta, el verbo constante que se tambalea y se mueve de frontera a frontera y entre límites invisibles.

Se mueve, rota, traslada, emerge y entonces acumula inercia. Estalla en metástasis y se sumerge en la cínica discreción de susurrarme.

Y me dice tantas cosas, le invento otras y da igual. Su gravedad enamora (y da igual).

¿Cuál es el valor de esta sintaxis? Acaso importan las comas inconclusas, el punto en suspensión, las tildes introvertidas y los versos de emergencia inservibles para la ocasión.

Si en cada encuentro me despoja de un concepto, de una idea, un recuerdo o la simple chispa entre vida y vida. Un suspiro...

Una simbiosis.

Una simbiosis

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Post mortem.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora