Saberte a una frase de distancia se ha vuelto mi tortura favorita, el ocio preferido en los lapsos que divagan a través del tiempo.
Durante el preludio a escribirte tan de cerca, al maldito preludio de ser tu sombra para tener tu recuerdo al alcance de mi mano y después tejer las letras dentro de las grietas de nuestros muros infranqueables. Y de esta forma entrar en el bucle del cambio:
Cambiar, cambiarte, cambiarnos, verte cambiar e intentarlo de nuevo.
Intercambiar versos por otra oportunidad de navegarte, de tener tu aroma y tu sabor rondando por la periferia de mis sentidos ciegos y hambrientos, tan hambrientos que se despedazan, tanto que se crean la falsa percepción de tu tacto y sondean la psicodelia al reconstruir lo más adictivo de tu labial, de tu química tan dolorosa y necesaria.
Y ahora que la densidad de nuestros secretos cede a la presión del tiempo, se desvelan y desnudan impacientes y excitados. Crecen apoyados por la introspectiva, impulsados por la sospecha de no saberse ciertos porque quizá ni siquiera eran secretos.
Eran verdades medio escritas, empujándose y abriéndose paso entre el tráfico de otras verdades más sutiles, más vistosas, tan absurdas y en plena fuga. Repitiéndose como un eco sombrío, que aún sigue buscando a la percusión que le dio vida.
Tus latidos repitiéndose, tus latidos resonando, tu corazón anclándose y disfrazado de suspiro.Luego arena y después grava, trozos de montaña y la reactividad nuclear de las estrellas. O algo más cercano, algo mío, algo de mí que inevitablemente contribuyo a levantar estos muros. El pulso que acomodó las rocas que fungieron como jueces pero primero como espectadores y luego como cómplices al facilitar nuestra fuga en pequeñas frases, como no queriendo herirnos. Dejándonos ir tan de a poquito.
Porque aquello se convirtió en nuestro periplo, viajando y atravesando las gotas de luz que se colaban a través de la rendija, que nos dirigían al epicentro de nuestras emociones con la intención de cerrar nuestra visión al panorama caleidoscópico de la consciencia (de la existencia y las perspectivas).
Presentir y notar como en el interior de aquellas grietas se gestó la necesidad de filtrar nuestros recuerdos, de evitar la asfixia por el olvido intoxicado, gracias a la acción de fingir que esas barreras no existían.
Y en el núcleo de cada frontera rotaba la culpa y a su vez la ceguera autoimpuesta. Solo era cuestión de gravedad para que en algún momento se desvelara el punto débil de conocernos a través de los eclipses (y la luz apenas traspasaba la rendija).
Mientras tanto, y ahora, recordarnos tan traslúcidos es mi perspectiva favorita pero a veces me desconozco y nos descubro nuevamente incomprensibles.
ESTÁS LEYENDO
Post mortem.
PoetryPorque quiero que alguno de estos versos se escriba en mi epitafio. Poemas que surgen después de morir un poco todos los días, de cambiar y renacer casi al mismo tiempo. Versos distintos que aún buscan un orden en el universo.