Hawái ·Stony·

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Observó con detenimiento la habitación que alguna vez compartió con su anterior pareja. 

Parecía que el aroma de aquella persona seguía impregnada en cada esquina de la habitación simple y sombría. 

Había pasado un año y el recuerdo de quién alguna vez dijo amarlo permaneció en su dolido corazón. 

Empezó a reír tomando la única foto del cuarto, ambos sonreían emocionados, la primera cita jamás se olvida y menos de un amor tan profundo cómo el que tenían. 

Un sonido en su celular le hizo tomarlo, una notificación y el nombre de un usuario. 

—De verdad vas a casarte, Tony. 

Steve suspiró sin reaccionar a la publicación, siguió recorriendo el perfil de su ex. El prometido, Stephen Strange, era todo un caballero, se notaba a distancia pero no lo amaba cómo él seguía haciendo. 

—Muchas felicidades. —dijo al aire sin dejar la foto de compromiso que hace algunos meses había compartido el castaño.

Su relación había tomado un camino lleno de celos, inseguridades y tiempos difíciles para los dos. Ninguno cooperó de la manera adecuada llevando a la ruptura. 

Dejó el aparato electrónico en su cama, ya no queriendo saber más sobre el amor de su vida llevando otro destino diferente al suyo. 

—Steve, no te hagas más daño, por favor. —escuchó decir una voz más juvenil viniendo de la sala. — Sé que sigues viendo sus fotos. 

—Lo es pero algún día terminaré con lo que nos conecta. Lo prometo. —sonrio débilmente. —No me mires así, Pietro. 

—Eres un estúpido, no te quieres dar cuenta. Estás tan encerrado en esa burbuja tuya que solo estás pensando en él. Dejalo libre por favor. 

El joven platinado se acercó sosteniendo el rostro del rubio con ambas manos. No le gustaba ver destrozado a quien lo protegió desde muy pequeño.

—No hablemos más de esto. 

Pietro negó, era un suicidio lo qué Steve estaba haciendo. Tragándose las palabras que su corazón ha querido decir desde hace tiempo, decidió apoyarlo. 

—Ve por él, si es lo que quieres. 

Steve se giró hacia su amigo viendo como regresaba a su habitación. 

—Perdoname, Pietro. 

•••

Su auto se detuvo enfrente del lugar dónde Anthony se casaría con el cirujano. 

Elegante y costoso. 

No lo iba a negar, Strange era capaz de darle todo lo que quisiera, en cambio él, solo era un ex-Capitán. Aún así, pensaba que su corazón tenía una atadura al primogénito de los Stark. 

Tardo un poco en entrar, por una ventana vió a Tony asomarse. Se veía fabuloso con su traje blanco, hecho a la medida y seguramente de diseñador. 

Tenía una sonrisa pero no de completa felicidad. Lo sabía porque conocía cada una de sus reacciones. Recordó todas esas veces que hacían el amor, entregándose con locura terminando siempre en la habitación del rubio hasta la madrugada despertando con besos y sonrisas uniendo sus cuerpos una vez más antes del desayuno. 

Todas esas citas y encuentros se fueron apagando tras tres años de relación, ¿qué había llevado a la desilusión? 

Decidido bajó del automóvil clásico. Era todo o nada. 

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