Capítulo 13:

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Estoy confundida y abrumada. No he pegado ojo durante la mayor parte de la noche y si no fuera por el estupendo anti ojeras que me he puesto juraría que nadie se atrevería a acercarse a mí. Todavía no he pensado muy bien lo que estoy a punto de hacer, pero estoy segura de que si lo hubiese meditado no lo estaría haciendo. Enzo se va a sorprender cuando al tocarle el timbre me encuentre a mí en su puerta, pero ya que hoy no he asistido a clase gracias a una cita médica,  necesito respuestas. Respuestas que irremediablemente nunca consigo. Cosa que espero que cambie, o al menos por hoy. Quizá sea ese el motivo por el cual no quería devolverle la llamada. Si ya es difícil intentar hablar con él sin que me estampe contra una pared y me bese, no se cuán difícil y evasivo podría ser por teléfono. Y por lo poco que he logrado conocer de él puedo asegurar que es el tipo de hombre al que no le gusta que le hagan preguntas si no, que prefiere hacerlas él. Aunque si por él fuera omitiría hasta el saludo y lo arreglaría todo en la cama. Y lo cierto es que espero que no lo consiga. O sí. ¿A quién quiero engañar? Tengo tantas ganas como él de que eso suceda. Pero la incertidumbre ante lo que tenga para decirme es más fuerte que las ganas de acostarme con él. De hecho, me siento violenta pensando esto. Nunca he sido de ese tipo de chicas que solo buscan sexo, siempre las he detestado. Me parecen demasiado superficiales y eso es algo que odio. Siempre me he caracterizado por ser una chica muy sentimental. A veces demasiado para mi gusto. He creído en el amor al igual que me han roto el corazón. Y los estereotipos de las comedias románticas me parecían absolutamente brillantes. Me he pasado media vida soñando con que Byron sería el hombre de mi vida y solo he necesitado un par de semanas para que Enzo se inyectara en cada poro de mi piel y me robe el aliento. ¿Cómo es eso posible? Ni si quiera me veo involucrada con él en ningún tipo de relación. No sueño con pasear de la mano por el parque ni que me lleve al cine. Y mucho menos he considerado la opción de dormir abrazaditos. Pero aun así, quiero acostarme con él. Incluso cuando lucho contra esas ganas que a veces pienso que son más fuertes que yo. Y no hay ninguna duda de que lo son. Porque en este momento, a las ocho y media de la tarde de un domingo estoy a punto de tocar el timbre de Enzo. Y estoy convencida de que nuestra conversación va a acabar y no me voy a ir. Y creo que eso es realmente lo que me inquieta. Decido tomar una bocanada de aire que dejo salir lentamente mientras intento calmarme un poco. Pero al parecer, todo intento es demasiado poco en esta situación. Toco el timbre decidida ya que si sigo pensando al final acabaré yéndome de aquí sin obtener ninguna respuesta. Y segundos después abre la puerta. Cuando me ve su expresión se tensa y entorna la puerta detrás de él.

-¿Se puede saber que haces aquí?- pregunta. Y aunque no levanta el tono de voz, lo noto molesto.

-¿Por qué me llamaste ayer?

-Tal vez lo sabrías si me hubieses cogido el móvil- contesta impasible y ruedo los ojos molesta.

-No me has contestado

-Tú a mí tampoco- responde y esta vez me contengo para no pegarle una torta y alejarme.

-¿Cómo has conseguido mi número?- intento evadir su pregunta inicial y el suspira.

-¿Tenemos que hablar esto ahora?- pregunta y esta vez parece más inquieto que enfadado.

-¿Estas ocupado?

-Tengo invitados Valentina, ahora no puedo atenderte- dice y suspiro irritada para darme la vuelta y marcharme. Debería haberme convencido a mi misma de que esto no era una buena idea antes de plantarme aquí como si nada.

Enzo impide que me vaya agarrándome del brazo y yo lo miro desafiante.

-¿Hablamos mañana vale?- dice y sin darme tiempo a responde entra y cierra la puerta en mis narices. Yo decido contar hasta diez y relajarme para no fundirle el timbre y exigirle todas las respuestas que, como no, no me ha dado, cuando escucho una voz.

Everything has changed.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora