Me dio pánico que lo único asegurado en esta vida era eso, que todos íbamos a morir algún día.

Me dio pánico que lo único asegurado en esta vida era eso, que todos íbamos a morir algún día

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A la mañana siguiente, un Lunes 05 de febrero, estaba de regreso en el hospital. De nuevo estábamos todos ahí esperando poder visitar a Bryce. La doctora más tarde nos explicó que estaba delicado y presentaba una fuerte sinusitis debido a la mucosa de la Fibrosis quística. Me preocupé por ello, porque el FQ no sólo afectaba los pulmones, sino muchos otros órganos del cuerpo.

Hoy en día Bryce todavía podría estar vivo, o al menos no hubiese muerto tan joven. No fue hasta los noventas que la medicina avanzó a tal grado de mejorar y proporcionar una mejor calidad de vida a las personas con el gen. Una persona nacida en los dos mil tenía una esperanza de vida de hasta cincuenta años y la enfermedad ahora era detectada en los recién nacidos. Ya no tenían que esperar a la adolescencia para ver si mostraba síntomas. En los ochentas la esperanza de vida era de dos a cinco años con la enfermedad y no se podía detectar el gen tan fácilmente. Así que la historia que te estoy contando es completamente diferente a la que hubiera sido si tan sólo todo esto hubiera ocurrido en los dos mil.

Ya sabemos lo que eso significa.

Cuando entré a la habitación a mirar a Bryce, estaba sonriente y no se miraba tan afectado como yo. Yo no sentí enojo al verlo. Lo único que pude sentir fue una profunda tristeza que me hizo soltar un sollozo ahogado que había tenido retenido todo ese tiempo. Bryce se disculpó cientos de veces mientras me consolaba. Me dijo que todo estaría bien, que sentía mucho mentirme y que todo iba a mejorar. No fue hasta ese momento que sentí frustración de que estuviese tan positivo ante una situación tan desafortunada como esa.

Yo seguía furiosa con Dios y la fe que le había dicho a Bryce hace un tiempo que tenía, se había esfumado. Estaba aterrada y el no tener algo a lo que aferrarme me asustaba muchísimo más. Necesitaba un milagro para recuperarla. Algo que me hiciera saber que Dios estaba tratando de ser justo y no nos estaba abandonando en un momento tan desgarrador como ese.

Pero Dios no hizo de las suyas hasta dos semanas después.

La primera semana en el hospital permanecí pegada a la camilla tanto como pude. Dormía en la silla junto a Bryce y comía en la cafetería del hospital con tal de no volver a casa. Sólo iba a ducharme, pero regresaba lo más rápido que podía. El hospital no quedaba cerca, eran cuarenta minutos de viaje y vivía con el miedo de irme y que fuese el último día a su lado.

-No puedo creer que este día haya llegado.

El lunes, el mismo día que iniciaron las visitas, Brad entró a la habitación después de mí. Alex estaba en una esquina cerca de la ventana con el puño junto a la boca, tenía los ojos rojos y las mejillas empapadas. Estaba asustada, como todos.

-No te rindas, por favor. Todavía te necesito, hermano -Brad se desplomó sobre el pecho de Bryce y lo abrazó sutilmente, aunque de una forma tan reconfortante que hizo que Bryce apretara los ojos.

Quizás mañanaWhere stories live. Discover now