VI. THE SCARED WITCH

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LA BRUJA ASUSTADA

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LA tensión era palpable en el aire pese al bajo bullicio de los animales del bosque en mitad del día. Rheda acomodó su cabeza en una de sus palmas intentando ignorar aquella molestia que la comenzaba a atormentar varios días atrás y sus ojos fueron a parar en la hermana de Arturo, quien hace poco había aparecido en el campamento.

Un carraspeo la hizo girar la cabeza para atender a su fiel compañero. Recibió la cantimplora llena de agua que él le extendía y dio un largo sorbo manteniendo sus ojos cerrados.

Por su lado, el ladrón Inefable se dedico a observar el estado deplorable de la mujer. Sus ojeras marcadas determinaban las noches de insomnio que había tenido últimamente, los labios resecos y los hombros caídos eran también una señal de que algo iba mal.

Se sentó al lado suyo cuando le volvió a entregar la cantimplora y sus orbes cerúleos se movieron por la estancia sin buscar nada en específico.

—Debemos irnos.

Devolvió la vista hacia Rheda cuando su voz átona se escucho y se mantuvo en silencio esperando escuchar otra palabra.

—El padre Carden no descansará hasta encontrar a todos los Inefables— continuó hablando—. No tardará mucho, pues teniendo al Monje que Llora a su lado, el único destino que tendrá esta raza será la perdición.

—Casi hablas como uno de ellos— murmuro hostilmente sin tener en cuenta sus palabras.

—¿Cómo quienes?

—Como los Paladines Rojos.

A la Bruja del Caos pareció causarle gracia su comentario y soltó una risa débil antes de girarse sonriente hacía su amigo, el cual la observaba sin una pizca de diversión en su semblante.

—Estoy siendo honesta, Fróilan.

—No, estás asustada— replicó con el ceño fruncido, Rheda sabía que esa expresión la usaba cuando algo le molestaba—. Sé que algo no va bien contigo y sé que no quieres hablarlo, pero no puedes alejar a quienes intentan ayudarte— agregó poniéndose de pie.

La bruja repitió su acción confundida y sostuvo el brazo del varón cuando este tuvo la intención de alejarse.

—No tienes que preocuparte por mi, estoy bien— aseguro falsamente.

—¡No lo estas!— su tono de voz se alzo llamando la atención de algunos, incluidos Nimue y Morgana—. No sé que fue lo que la Viuda te prometio, pero no creo que valga lo suficiente para que mueras.

—No moriré.

—¿No? Pues asegúrate de que no sea así.

La muchacha no pudo protestar ante el comentario debido a la presencia de Nimue, la cual carraspeó intencionadamente llamando la atención de los guerreros.

—La primera vez que nuestros caminos se cruzaron, ambos dijeron que podían ayudarme— hablo la joven Inefable moviendo sus ojos entre la Bruja y el Ladrón—, acerca de Merlín...

—Nuestra ayuda tuvo fecha de vencimiento— le respondió la de ojos oscuros de mala gana.

—No rogaré por tu ayuda.

—No es necesario que lo hagas, Nimue— intervino Fróilan lanzándole una mirada de advertencia a su compañera—. Prometí ayudarte, yo cumpliré mi palabra.

Las mejilla de la aludida tomaron un color carmesí y su mirada bajo hasta el suelo de piedra con una sonrisa tonta estampada en su semblante, Rheda no paso tal acción desapercibida y se fijó en la expresión alegre del Ladrón.

—Lo agradezco— la descendiente de Merlín levanto su vista para observar la respuesta de la Bruja del Caos y de mala gana acepto ayudarla.

Cuando los dos compañeros volvieron a quedarse solos, la mayor no despego sus orbes oscuros del varón hasta que este retiró los suyos del cuerpo de la bruja sangre de lobo.

—Quieres quedarte por ella— aseguró divertida.

—No sé de lo que hablas.

Rió por el pequeño empujón recibido por el blondo y negando con la cabeza, se alejó.





—... confió en que ya sepas que poseo la espada de los Antiguos, conocida como el Diente del Diablo. Te aseguro que el padre Carden lo sabe, pues muchos de sus paladines han caído bajo su filo.

—¿Enserio piensas enviar eso?— Arturo interrumpio la lectura de la carta que su hermana se había dedicado a corregir.

Nimue alzo la vista de la lectura hacía él aparentemente confundido mientras que Rheda viraba los ojos.

—¿Qué tiene de malo?

—No se gana aliados con amenazas— replicó a la pregunta de Morgana.

—Ni con espadas robadas, pero...

—¿Tú que sabes de eso?— dejo de mirar a su hermana para señalarla y advertirle a Nimue con las siguientes palabras—: Ella no es experta.

—Enserio son hermano y hermana.

—Esos hombres tienen que verte como a una igual. Sólo respetan el poder— le dijo Morgana con sus cejas levantadas. Una risa burlona abandono la garganta de Rheda obteniendo que los tres pares de ojos se centrarán en ella.

—¿Qué es tan divertido?

—Los hombres no tienen que verte como una igual, Nimue. Tienen que verte como alguien superior a ellos, ¿quieres ganar esta guerra? No demuestres debilidades— mascullo alternando la vista entre el recién llegado y ella, con el claro aviso de que cualquier afecto podría interferir en sus decisiones.

—Ahora hay que hacerle caso a la asesina— ironizó el mercenario con un ápice de frustración en su voz.

Morgana le lanzó una mirada mortífera mientras que la de orbes oscuros prefirió ignorar sus palabras. Nimue continuó con la lectura de la carta hasta que Fróilan irrumpió en el lugar.

—Lamento interrumpir— se disculpó con los ojos fijos sobre su compañera—. Necesitamos hablar.

La Bruja no se negó y con el ceño fruncido se giro hasta la hija de Merlin para explicarle los pasos que debía seguir al comunicarse con el gran mago.

—Cuando estes satisfecha con la carta debes entregársela a Yeva— cuando Nimue asintió, se dio media vuelta dispuesta para salir del lugar, sin embargo recordó algo importante y volvió a mirar a la joven Inefable—. Ah y no mientas, si tenemos a la hechicera en tu contra, no podremos encontrar a Merlin.

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⏰ Última actualización: Sep 23, 2020 ⏰

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