✞ Capítulo 14.

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Aquello la tomó por sorpresa, arrebatándole las palabras por un momento.

—Creí que iba a morir —dijo. Los recuerdos de esa noche estaban borrosos en su mente, pero aún podía sentir el metálico olor de su sangre con perfecta claridad.

—No lo hiciste —fue lo único que Thomas respondió. Inesperadamente, Daisy le sonrió.

—Dios me ha dado una segunda oportunidad —aseguró, con la mayor de las seguridades—. ¿Cómo están todos? ¿Hay alguien herido?

—Todos están bien. Incluso tu hermano, Elijah. De hecho, está en la habitación de al lado.

—¿Enserio? ¡Oh, me alegro tanto! Hemos sido enormemente bendecidos, entonces; ni siquiera tú puedes negarlo. —Dejó escapar un suspiro repleto de alivio, el peso sobre sus hombros ya aligerado—. Por cierto, ¿dónde están todos?

—En sus casas —respondió Thomas, observando el reloj que pendía de la pared frente a él—. Son las dos de la madrugada. Tus padres suelen venir cerca de las seis, pero puedo llamarlos ahora mismo para contarles la noticia si quieres.

—No, está bien, no quisiera molestarlos a esta hora —negó Daisy enseguida—. Los veré por la mañana. ¿Cómo están, por cierto?

El contrario no supo exactamente qué decir—. Tu padre está aquí un rato por las mañanas para verte a ti y a tu hermano. Tu madre está aquí todo el día, y no suele irse hasta la noche.

—Sé que es tarde, Thomas, ¿pero crees que podríamos llamar a una enfermera? Cuatro días es un largo tiempo para estar inconsciente, y...

—Por supuesto —la interrumpió, poniéndose de pie—. Iré a buscar a alguien.

Hazel, la enfermera que había recibido a Daisy la noche de Año Nuevo, trabajaba en el turno nocturno en el hospital, y a menudo le tocaba cuidar tanto de ella como de su hermano. Thomas también pasaba sus noches en el hospital, así que la conocía.

La encontró cerca del vestíbulo, tonteando con un par de papeles y sin aparentemente mucho que hacer. Se puso de pie al observarlo, y caminó hacia él.

—¿Puedo ayudarlo en algo, señor Shelby?

—Mi esposa acaba de despertar —le dijo, y se giró para volver a la habitación con la enfermera siguiéndole el paso.

Hazel ingresó al cuarto detrás de Thomas, arrastrando con ella una silla de ruedas y un botiquín de enfermería encima.

—Buenas noches, señora Shelby. Es un placer finalmente conocerla.

—El placer es mío —respondió Daisy, por una cuestión de educación.

La enfermera vestía un típico uniforme blanco, y de él pendía una pequeña placa con su nombre. Era una mujer mayor que ella, pero no parecía tener más de treinta y largos años, con el pelo azabache a la altura de los hombros medio oculto por la cofia y un par de ojos del mismo color.

—¿Qué tal se siente?

—Bastante bien, supongo, considerando la situación —respondió Daisy, mientras la contraria comenzaba a chequear sus signos vitales—. ¿Acaso me quedarán cicatrices?

Hazel, concentrada en su labor, no estuvo segura de haberla oído bien—. ¿Disculpe?

—Las heridas de los disparos —repitió Daisy—. ¿Me dejarán cicatrices?

Thomas no podía creer que aquello siquiera se le hubiese cruzado por la cabeza—. Estuviste al borde de la muerte, y te preocupas por un par de cicatrices.

UNHOLY ✞ Thomas Shelby [Peaky Blinders] Where stories live. Discover now