✞ Capítulo 22.

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Daisy no recordaba la última vez que le había puesto tanto empeño a su apariencia, pero no se arrepentía de ello en lo absoluto; todo debía estar perfecto para esa noche, y ella no sería la excepción

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Daisy no recordaba la última vez que le había puesto tanto empeño a su apariencia, pero no se arrepentía de ello en lo absoluto; todo debía estar perfecto para esa noche, y ella no sería la excepción.

Su cabello caía sobre sus hombros en rizos dorados perfectamente armados, y en su coronilla brillaba la diadema de hojas de laurel talladas en plata que su esposo le había obsequiado.

Sus mejillas, ruborizadas por el colorete, disimulaban un poco la palidez usual de su piel, y sus pestañas, rubias por naturaleza, se veían negras y voluminosas por el rímel. Se había pintado los labios rojos, y el tono carmesí del labial combinaba con los aretes de rubí que llevaba.

Lucía su mejor vestido, una prenda tan fina como costosa que había comprado unos años atrás, en su última visita a París, y nunca había encontrado la oportunidad adecuada para ponérselo, y unos altos tacones a juego.

El aroma a Chanel n.°5 inundaba el vestidor cuando Thomas entró en busca de su mujer.

—Me gusta tu perfume —dijo, llamando su atención—. ¿Es nuevo?

—Lo es. —Daisy, sentada frente al tocador, empolvándose la nariz, le observó a través del espejo—. Salió a la venta el año pasado, y es increíblemente difícil de conseguir. Coco solo lo vende a su clientela, y... Espera, ¿qué hora es? ¿Han llegado los Cumberbatch?

—No, aún no. Son las siete y media, pero dudo que lleguen antes de las ocho. ¿Tú ya estás lista?

—Casi. No logro decidir qué collar usar.

—Tal vez pueda ayudarte con eso —respondió Thomas, acercándose a ella—. Tengo algo para ti.

—¿Para mí? ¿En serio?

—Un regalo.

Daisy se puso de pie de inmediato, emocionadísima—. ¡Me encantan los regalos!

Observó a su marido rebuscar en el bolsillo de su traje hasta dar con una pequeña caja de terciopelo negro; dentro de ella se ocultaba el collar de diamantes más hermoso que Daisy alguna vez hubiera visto.

—¡Oh, Dios mío! —exclamó, absolutamente deslumbrada—. No puedo creerlo. Es bellísimo, Tommy. Jamás me habían obsequiado algo tan... tan... Me has dejado sin palabras. Gracias.

Daisy no lo sabía, pero eso era exactamente lo que Thomas quería escuchar: que nunca había recibido un regalo tan ostentoso, tan refinado, tan costoso. Se enorgulleció al pensar que ningún otro hombre le había obsequiado algo igual de valioso antes, que los regalos que los otros hombres que habían pretendido su mano le habían hecho no tenían comparación con ese collar de diamantes digno de una reina.

—Es precioso, Tommy —comentó, inclinándose ligeramente para observar mejor la exquisita joya. Sus dedos rozaron la pulida superficie de las gemas con delicadeza, y un suspiro de ensueño escapó de sus labios, como si, de repente, aquellas piedras preciosas fueran la fuente de toda su felicidad—. ¿Cómo supiste que adoro los diamantes?

UNHOLY ✞ Thomas Shelby [Peaky Blinders] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora