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Su corazón latía tan lentamente que le asustaba, sus ojos parecían cansados, las ojeras se remarcaban cada día más, muy apenas y podía sentir su pulso. Como si su reloj de vida estuviera descomponiéndose. O acabándose.

— O hacemos esto ahora, Jisung, o no lo hacemos nunca. —Hyunjin murmuró cruzado de brazos recargado en la pared.

El humano asintió de acuerdo a lo que su mejor amigo decía. Las cosas parecían querer irse de sus manos, y tenía que controlarlo. Puntos negros aparecieron en su visión, haciéndole abrir y cerrar sus ojos con fuerza para aclarar su vista, cosa que consiguió cinco segundos después.

— Lo-lo sé, vamos. —Contestó, parándose de la silla de madera en donde se encontraba, y tras dar un paso más, un fuerte mareo le aturdió otros segundos más. Ah, tan molesto, pensó, sosteniéndose del respaldo de la silla, trago saliva.

Los mareos, y los borrones en su vista se estaban volviendo cada vez más seguidos, sus días parecían haberse agotado, su aspecto enfermizo se notaba cada vez más e incluso Jeongin estaba empezando a verlo, y, por si fuera poco, su plan de "si quiero encontrarlo él me tiene que encontrar" era un total fracaso. Era hora de empezar un plan B que justamente ahora se acababan de inventar.

Había tardado cerca de veinte minutos en despertar por la mañana, Hyunjin casi estuvo a punto de gritar si no fuera por su oído sobrenatural que le permitía escuchar su débil latido. Ambos estaban agobiados.

Su plan B preparado en tan solo dos minutos, consistía en dejar ir al vampiro que mantenía como prisionero para dar un mensaje al arcángel. Y sí, lo sabía, un plan arriesgado donde había altas probabilidades de que terminara sin una gota de sangre, pero a situaciones desesperadas, medidas desesperadas. Por supuesto, Jisung había asegurado una vez más a su hijo en el sótano inventándole una excusa creíble para no asustarle.

Empezó a toser levemente, tapándose la boca, suspiró. Cuando sintió la palma de su mano escurrir, la alejó, las manchas de sangre reluciendo en su tan habitual piel canela, y que ahora, se encontraba pálida. Ya ni siquiera trató de evadir el miedo.

Hyunjin miraba con tristeza e impotencia como Jisung se acercaba a él, con un pañuelo entre sus manos, el castaño le miro con una sonrisa claramente falsa.

— Solo... terminemos con esto, estoy cansado, yo... —Se interrumpió, avanzando fuera de la cabaña los cortos metros que quedaba hacia el cuarto donde solían guardar las cosas de jardinería con Hyunjin siguiéndole. Tomó la manilla y la abrió.

Un vampiro amarrado y amordazado les saludó en cuento entraron, sus ojos miraban al techo y en cuanto se acercaron, les observó con enojo.

Hyunjin tomó el brazo de Jisung con suavidad, ambos mirándose a los ojos, el castaño asintió.

Acercándose a Seo, Hyunjin se sentó a un lado del colchón, retirando los cabellos negros de la frente del pálido.

— Voy a quitarte esto, ¿bien? —Masculló alzando su brazo, su mano quitando la mordaza que le impedía hablar al mayor.

Con la boca destapada, Changbin mostraba sus colmillos que sobresalían de sus labios, reflejando que estaba, realmente, molesto.

— Necesito... necesitamos que escuches. —Murmurando algo dudoso, el rubio juntó sus pequeñas manos, jugando con sus dedos.—, y de verdad, espero que lo entiendas, y que... nos ayudes.

Jisung desde la puerta los observaba, la evidente furia del vampiro más viejo y el claro nerviosismo del vampiro más joven. Su corazón punzó, y sin que Hyunjin se diera cuenta, en su rostro se dibujó una mueca de dolor, su brazo se dobló y su mano oprimió su pecho. Aún no, aún no.

el corazón del arcángel ꗃ minsungDonde viven las historias. Descúbrelo ahora