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"Tal vez era uno de los inviernos más fríos que había vivido, de esas mañanas cuando ni siquiera las miles de sábanas gruesas que te ponías encima podían detener el helado clima, e incluso si lo fuera, su cuerpo ni siquiera lo sentía.

Tal vez porque se había pasado toda la noche enjaulado entre fuertes brazos calientes que lo mantenían prisionero. Tampoco se quejaba. Estaba calentito y bien desayunadito como para querer levantarse. Y no se refería a la comida.

— Eres una preciosidad, ¿alguna vez te lo he dicho? —Preguntó el ser alado, inhalando el aroma a coco y sexo que desprendía el humano encerrado entre sus alas.

Un bostezo salió de sus labios, removiéndose y enterrando su rostro adormilado entre el cuello de Minho. Oh, Jesucristo.

— Todos los días, mi vida. —Susurrando entre la realidad y el sueño, su nariz acaricio en linea la piel de su cuello mientras se removía como un gatito mimado.

La suavidad de las plumas que le rozaban su espalda le hacían suspirar, pues al estar pecho a pecho con el arcángel, las alas azul añil le cubrían como una pequeña cueva donde solo ellos dos existían, acariciándole, y olvidando todo los problemas que la vida real llevaba.

Ah, dulce cielo.

Una mano empezó a acariciarle la espalda desnuda, disfrutándolo.

— Algún día, mi amor, voy a llevarte al cielo y te haré el amor ahí mismo, entre las nubes. —Confesó el pelinegro, sus alas enroscándose aún más sobre el cuerpo humano, como si se lo quisiese tatuar, grabar, para nunca olvidar.

Jisung sonrió, con los ojos entrecerrados posó sus labios en el cuello del ser angelical.

— Mmm... —Masculló.—, tentador, pero el voyeurismo no me termina de agradar del todo. —Confesó con gracia.

— Estaremos tan alto, tan alto, que ni siquiera las aves van a detectarnos. —Murmurando, el arcángel dejó unos sonoros besitos en los cabellos castaños.—, algún día, lo prometo."

Sus ojos se abrieron, su respiración irregular resonaba dentro de las paredes de la solitaria habitación. Su sueño aun prendado en su mente, claro, preciso, divino. Y cruel.

Levantándose con cuidado, levanto sus manos para restregar su rostro con ellas, dejando ir su aspecto adormilado y su cara hinchada.

Jisung exhaló con fuerza, pudo sentir el mismo calor rodeándolo, como brazos fantasmas mimándolo, podía jurar que casi podía percibir la suavidad de las plumas cubriéndolo, y una vez más, no siendo nada más que una ilusión despiadada.

Oh, el tiempo había pasado y su corazón agrietado y lastimado seguía añorando aquella promesa, que sabía muy bien, en ningún momento sería cumplida.

𖤐

— Quiero verlo.

Demandante como lo que su personalidad reflejaba, Seo Changbin ordenó con frialdad, pese a que se encontraba con manos y pies atados fuertemente sobre el colchón desgastado y una pizca de plata líquida en su organismo que poco a poco disminuía, haciéndole sentir débil y sin fuerzas.

Sintió la rechoncha mano del vampiro más joven tomar su nuca e inclinarlo, acercando un vaso de vidrio a sus labios. Su garganta agradeció cuando sintió el tan familiar sabor a sangre acariciando su boca y llegando directamente a su estómago hambriento.

Cuando dejó de sentir el tacto, y su hambre fue saciado por el momento, el vampirito que le tenía loco y le había traicionado utilizó toda su fuerza para acomodarle de tal forma que quedó con la espalda sobre la cabecera de la cama, y dejó de sentirse como un tonto. Bien, esta vez, el rubio con carita de muñeco le tenia que escuchar.

el corazón del arcángel ꗃ minsungDonde viven las historias. Descúbrelo ahora