Mérida es una joven de 19 años de edad, aspirante a escritora. Ella obtiene un oportunidad para comenzar con su carrera soñada, escribiendo un libro de ficción sombre... Piratas.
Mérida en su busca de inspiración para dicho libro, tiene un sueño en...
Desperté sintiendo aquellas leves caricias en mi brazo, mientras tenía mi cabeza apoyada en su pecho.
Después de que nos besáramos lo sorprendí pidiéndole que se quedara conmigo, y no mentiré, yo misma me sorprendí ante tal petición saliendo de mis labios.
Él se lo pensó pero después decidió acceder. Se había recostado conmigo, abrazandome, acariciando mi cabello y repartiendo uno que otro beso en mi rostro. Con eso me había quedado dormida.
Había temido despertar en mi habitación, dándome cuenta que solo había sido un sueño y nada más. Dándome cuenta de que ninguno de la tripulación existía en realidad.
Pero ahora despierta me daba cuenta de que aun estaba en el Perla negra y que Jack estaba a mi lado.
—¿Te dignaste a despertar al fin?- Dijo de manera burlona
—No, aun estoy dormida- Respondí acurrucandome en su pecho- Así que no molestes
Dio una sonora carcajada siguiendo con las caricias en mi brazo.
—Vamos dulzura, ya me babeaste demasiado- Rió
Me senté alarmada checando a ver si era cierto. Pero su risa me dio a entender que solo me mintió.
—¡Jack!- Exclamé molesta y él rió aun más
—Bien, bien- Se sentó- Mentí al decir que estabas babeando- Le di un leve golpe a su brazo- Pero si roncas mucho
Sentí mi cara encenderse y él no evito reír de nuevo.
—Es una broma- Dejó un rápido beso en mis labios y se fue
—¡Oye!- Grité, sin embargo él no me escuchó
Me había quedado con una sonrisa tonta en mi rostro por unos minutos, hasta que el señor Gibbs apareció.
Traía en su mano un balde con agua, un vestido y algo que parecía una toalla enrollado en su brazo derecho.
—Buenos días señorita Mérida- Dijo dejando las cosas en un mueble
—Buenos días señor Gibbs- Salude con una gran sonrisa
—Espero que haya descansado bien- Comentó con picardía y el ardor en mis mejilla volvió- He traído agua limpia para que pueda asearse... Y un cambio de ropa- Señaló
—Muchas gracias
La verdad era que ya me hacía falta un poco de aseo en mi vida.
—Yo ya me voy- Se dirigió a la puerta
—Gracias de nuevo- Este solo me sonrió y salió cerrando la puerta.
Comencé a desvestirme para comenzar a pasar aquella toalla mojada por mi cuerpo.
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Después de asearme un poco salí del cuarto hasta dirigirme hacia Jack.
No sabía desde hace cuanto que el navío se había alejado del puerto. Lo que si sabía, o más bien suponía, era que había sido mientras dormía.
De solo recordar en la forma que dormí y la tranquilidad que sentí mi rostro comenzaba a arder.
Sacudí un poco mi cabeza hasta alejar esos pensamientos por completo. Llegué al lado de Jack el cual estaba en el timón.
—Te queda bien- Dijo mirando el vestido, sonreí
—Gracias
El silencio se hizo presente una vez más. Sabía que ambos estábamos igual de incómodos con lo sucedido.
—Jack....
—¡Capitan al frente!- Gritó un hombre de la tripulación
Miré hacia donde señalaba y el miedo invadió mi cuerpo.
Habían miles de nubes negras, a pesar de estar un poco alejados se podía ver y escuchar las gotas de lluvia caer con fuerza. Y aquellos rayos me daban a un más miedo.
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—Al fin hemos llegado- Murmuró Jack- Las aguas de la tormenta eterna
