Mérida es una joven de 19 años de edad, aspirante a escritora. Ella obtiene un oportunidad para comenzar con su carrera soñada, escribiendo un libro de ficción sombre... Piratas.
Mérida en su busca de inspiración para dicho libro, tiene un sueño en...
Estúpida, estúpida. No hay nadie más estúpida que yo, jamás debí haber confiado en Sparrow.
—¿Qué tal la vista?- Preguntó Pintel
—La vista debe ser magnífica- Rió Ragetti, seguido por su amigo
—Oh, la vista es increíble- Dije sarcásticamente- Claro que si podrían darme la vuelta, para no ver el rostro de su estúpido capitán, sería increíble- Sonreí sin ganas
—Pues acostumbrate, dulzura- Habló Sparrow- Porque no te darán la vuelta
—Estúpido- Murmuré entre dientes
El muy maldito me amarró al mástil, para que no abandonará el navío y de paso, robo mi collar, otra vez—¡Oye Sparrow!- Llamé su atención
—¿Qué quieres ahora?
—¿Acaso piensas dejarme morir de sed?- Pregunté molesta- Haz que me den agua
—Emmm..... Nop- Se dió la vuelta y fue a su camarote
Está claro, voy a morir de hambre y sed.—Maldito bastardo
~~~🌊~~~
Me estába quedado dormida, cuando sentí algo impactar en mis labios.
Lentamente abrí los ojos, divisando una botella de ron. Cuando elevé mi vista dí con la mirada penetrante de Sparrow.
—Dije agua, no ron- Dije con voz ronca, pues mi garganta estaba seca
—Sea como sea, es algo de beber...
—Nada sano, por cierto- Rodó los ojos- Tráeme agua- Entrecerró los ojos- Por favor
—No, no lo haré- Y sin más se marchó
—No puedo creerlo, ¿Acaso puede ser peor?- Susurré para mí misma y dirigí mi vista al suelo.
Estaba comenzando a anochecer, había pasado toda el día amarrada al mástil y no había probado bocado desde que el señor Gibbs me brindo un poco de pan y agua, eso fue está mañana antes de que todos despertarán.
Me sentía completamente débil, mis defensas estaban claramente bajas y el sol picante no había ayudado mucho, ya que me había desmayado en varias ocasiones.
Salí de mis pensamientos al sentir como tomaban mi mentón, para elevar mi cabeza—Abre la boca- Demandó Sparrow, con una botella repleta de agua en la otra mano
Sin decir nada, lo hice. Lentamente llevo la botella a mi boca y mi garganta tuvo al fin un gran alivio al sentir el líquido.
«Talvez no es tan malo»
—Creí que no me darías agua- Comenté, una vez apartó la botella de mi boca
—¿Qué te puedo decir, amor? No soy tan despiadado- Sonreí
—¿Adónde te diriges, “capitán” Sparrow?
Dió una risita—Te encantará el lugar- Me guiñó el ojo- Las aguas de la tormenta eterna
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—¿Por qué crees que me gustaría ese lugar?
Se encogió de hombros—Haremos una parada antes, así que no te vayas a perder, lindura
