—Supongo que a tu padre no le importará que esta vez comamos un poco de helado —le guiñaste un ojo, donde ambos mantendrían ese secreto sin que el mayor de los Bakugõ se enterase.

Un chillido emocionado brotó de su garganta, haciéndote reír por la pose de victoria que practicaba con su mano libre, cerrándola en un puño y alzándola hacia el cielo.

—Ya te pareces a tu padre —lo miraste enternecidamente, apreciando el brillo de deslumbraba de él y por el pequeño festejo que aún realizaba, achinando sus ojos y sonriendo satisfecho. Al focalizar nuevamente tu atención en el camino, tus ojos chocaron con un gran anuncio que llamaba la atención de cualquier peatón al situarse sobre uno de los laterales de un edificio, abarcando casi todo su espacio—. Mira, Takeo —te detuviste en medio de la acera, señalando hacia la construcción para que el rubio pusiera atención.

Sin embargo, ante todas las personas que pasaban por su lado, el de menor estatura no llegaba a apreciar el anuncio, dando pequeños saltos con intentos nulos para observar con gran curiosidad lo que le mostrabas. Pero al ver que su rostro se enseriaba y comenzaba a molestarle la aglomeración de altas personas a su lado, tuviste la idea de tomarlo entre tus brazos y alzarlo hasta que sus piernas envolvieran tu torso. Sus manos se posaron en tus hombros y con rapidez direccionó su cabeza hacia el lugar previo que habías señalado. Con más cercanía viste el brillo sorprendido en sus ojos, bañándose de orgullo ante lo que veía. Sus labios formaron una pequeña circunferencia que poco a poco iba abriéndose más y más.

—¡Papá! —abrió su boca con una gran sonrisa, viéndose tentado a señalar el cartel pero conteniéndose al saber que la identidad del héroe que ahora se mostraba en el anuncio era secreta, y revelar públicamente que él era su hijo podría desatar rumores y un posible caos que, a su edad —con cinco años—, Takeo ya sabía y entendía.

Quedó apreciando el anuncio, donde una foto del héroe número uno llamaba la atención a todos los presentes, y promovía la paz y seguridad aquella pose que Ground Zero realizaba luego de una dura batalla que meses atrás le tocó enfrentar.

—Cuando vuelva del trabajo podrás contarle lo que viste —le murmuraste cerca de su oído.

—¿Hoy vuelve antes? —preguntó, esta vez viéndote a ti pero borrando esa sonrisa que portaba.

—Sí, más tarde estará en casa, antes de la cena. ¿Qué sucede? —cuestionaste, un poco preocupada ante su expresión desilusionada.

Bajó su mentón, esbozando nuevamente aquel puchero que lograba derretir una parte de ti por dentro, y unió sus pequeñas manos donde comenzó a jugar con sus dedos, pasando luego a jugar con un mechón de tu pelo.

—Es que... Entonces... Entonces tú...

—Dime, Takeo —insististe en un susurro, viendo que le dificultaba decir lo que pensaba. Inconscientemente, abrazaste más su cuerpo con tus manos.

—Entonces tú te irás —manteniendo aún su mentón bajo, sus ojos rojos se elevaron para observar los tuyos, con la esperanza de encontrar en ellos una respuesta que lo animara y le dijera que no te irías de su lado.

En tu interior, una parte se derrumbó ante su tonó desanimado, manteniendo un ápice de suplica, creyendo que así podría lograr que su niñera se mantuviera por más tiempo con él.

—Pero sabes que luego volveré. Hoy estarás con tu papá y mañana tendrá su día libre. ¡Podrás tenerlo todo el día contigo! —intentaste animarlo.

—Pero es más divertido cuando estás tú. Papá no sabe jugar a los elfos en el bosque y tampoco baila cuando me lee el cuento de Ha... Ha... ¿Cómo era?

𝐁𝐀𝐊𝐔𝐆𝐎'𝐒 𝐔𝐍𝐈𝐕𝐄𝐑𝐒𝐄 ‧₊˚✧| 𝐄𝐒𝐂𝐄𝐍𝐀𝐑𝐈𝐎𝐒Where stories live. Discover now