Capítulo 12 "Su mirada yacía en la oscuridad."

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Gema quería saber en qué lío se había metido Jace, por lo que cuando se bajó del carro corrió en su búsqueda, pero cuando quiso acercase para resolver todas sus dudas, el joven ya se había ido, sin dejar rastro.

Asesino.

¿Cómo es qué la gente estaba tan segura de saber que no convivió, aunque sea alguna vez con un asesino?, es decir; podrías estar conviviendo con un
asesino incluso en este momento, sin darte cuenta; quizá puede ser alguno de tus vecinos, tus amigos: o inclusive alguno de tus compañeros de trabajo/universidad. La gente puede ocultar muchas cosas, hasta un homicidio.

Así que vuelvo a preguntarte lo mismo: ¿estás seguro de que no convives con un asesino? Yo lo estaba, o bueno, hasta ese momento.

—     ¿Qué quieres de mí? —pregunte a la nada, pues todo se encontraba oscuro.

—     Quiero a Gema, Ángel. Se que sabes quién soy, ¿por qué no se lo has dicho?

—     Ah, fíjate que puede ser PORQUE ME SECUESTRASTE MALDITO LOCO —comenzaba a alterarse, no podía creer que uno de sus mejores amigos le estaba haciendo aquello, se suponía que debían ser unidos y luchar para que Gema no saliera lastimada.

Chasqueo la lengua, divertido. Llegaría a su amada por medio de Ángel, estaba seguro de que ella haría lo que fuera por su patético amigo: pues hace poco descubrió que ambos se gustaban, ERROR. Gema le pertenecía a él, y mataría a los necesarios para tenerla entre sus brazos.

—     Ella te odiará por esto —lo estaba haciendo enfadar y eso no era bueno para su propia seguridad—. ¡POR EL AMOR DE DIOS ASESINASTE A CLEO, SECUESTRASTE A SUS AMIGOS! ¡ERES UN MALDITO ASESINO! —volvió a reír, una risa que estremecería a cualquiera, pues sonaba como un completo desquiciado.

—     Por eso mismo debes de tener cuidado, querido Ángel. Soy un asesino, me tomaría menos de dos segundos el cortarte el cuello sonrió mostrando sus dientes perfectamente alineados.

Cuando la persona abandono la habitación, supo que estaba jodido.

Esta vez no sería fácil escapar, estaba encadenado y solo, sin contar que sus manos estaban amarradas a una asquerosa silla vieja.

Debía salir de allí e ir en busca de Gema, no estaba segura cerca de ese tipo, pero es que ella no sabía qué clase de persona era: tenía una fachada tan bien hecha que era prácticamente imposible sospechar de él, maldita sea: NO CONFÍES EN ÉL.

Las horas pasaban lenta y dolorosamente, cada vez estaba más seguro de que era casi imposible escapar, el chillido de la puerta lo puso en alerta. Las botas hacían que la madera rechinara por cada pisada, lo observo de pies a cabeza, enojado.

—     Está preocupada por ti, ¿puedes creerlo? —golpeo su nariz luego de decir eso—. Veamos si le pareces lindo con tu cara desfigurada.

No voy a mentir, el más bajo se estremeció en su sitio, pero nunca quito la sonrisa de su rostro.

—     Hazlo, ambos sabemos que ella me ama por lo que soy, no por cómo me veo —su sonrisa se ensancho a un más, no pensaba mostrarse asustado; no quería verse vulnerable delante suya.

Camino a su alrededor, en completo silencio: como si fuera un león asechando a su próxima presa, ninguno mostro sentimiento alguno, sus rostros estaban completamente neutros. Rio tan fuerte que sus tímpanos comenzaban a odiarle, no vio en qué momento el mayor había dirigido un cuchillo a su garganta, retándole.

El dueño del cristal IWhere stories live. Discover now