CAP 9

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Se trato solamente de un par de días, un par de días que valió la pena en cada momento y es que la bella chica a lado del semidiós se sentía bien, segura, acompañada, el sentimiento había crecido fuertemente hasta echar fuertes raíces y ahora era innegable, Moana miraba de soslayo a Maui y si él llegaba a voltear su mirada una tormenta de mariposas inundaba el vientre de la chica sintiendo como los colores subían a su rostro "enfócate Moana", no es el momento. 

Por su parte Maui no había pasado desapercibido estos gestos por parte de la isleña y no hacía más que disimular no percatarse  de lo sucedido, sonriendo para sí mismo y cosechando dentro de sí los mismo sentimientos románticos; juego de roces y miradas jugaban del uno al otro, escondiendo sus pensamientos y soñando con la mutua cercanía pero sin animarse a dar el segundo paso.  Moana se decía así misma que no había nada que perder que el deseo latente y sentimientos de su corazón guardaban una belleza inconmensurable,  pues en el mundo no existía nada más bello e intenso que ese sentimiento y se veía un reflejo del futuro en ele que ella guiaba a su gente manejando los asuntos que le respectaban a un líder pero junto a Maui, sin importar de que manera ella lo quería a su lado y se decía que si el semidiós no guardaba los mismo sentimientos entonces estaría bien siempre y cuando el se quedara a su lado. Maui, perdidamente enamorado, se decía que arriesgaría lo que tuviera que arriesgar por ella, que desde el  momento que la había conocido encontró ese nueve sentido y esas sensaciones que en su larga existencia jamás había experimentado, que si, que efectivamente existían grandes obstáculos que ella, como todos los mortales llegaría a un punto en el que su cuerpo terrenal dejaría este mundo y que daría devastado pues para un semidiós le era imposible renunciar a su condición, no había poder en el mundo que cambiara eso ni Te Fiti, ni Kanaloa, ni Lono, ni siquiera Kane. Pero lo valía, Moana lo valía todo.

Por fin se deslumbró la silueta de la isla, al acercarse la fina capa de niebla se fue espesando.

-Esto no es nada normal.- aseguró Maui.

-¿Qué pasa?

-Esta niebla, tiene una potente carga sobrenatural, magia antigua.

Moana se revolvió incomoda e inconscientemente llevó su mano a la flor eternamente fresca que reposaba en su cabellera, tres pétalos más, lo único que quedaban de aquella flor, tres deseos que ahora ya no tendrían el impacto de los primeros yeso le hizo estremecerse, ¿qué tal si era ahora cuando más necesitaría de la magia?

- ¡Océano!- La voz demandante de Maui retumbó en el silencio, era la primera vez que Moana escuchó que el semidiós se dirigía al océano.- Llévala al lado poniente de la isla, y que oculte la barca en los riscos.

Moana inmediatamente entendió lo que él planeaba.

-¡Oh no! Por su puesto que no voy a ocultarme.-  refutó con firmeza.

-Princesa...

-Nada de princesa.

Se miraron fijamente por unos segundos.

-Solo será un momento, déjame por lo menos darle una ronda a la isla para saber de que trata esto, y en cuanto termine te prometo que iré por ti para enfrentarnos juntos a lo que sea.

Ante esto Moana relajó su ceño fruncido.

-¿Lo prometes?

-Por supuesto que si.-Maui tomó con fuerza su anzuelo y le dio a espalda listo para partir, pero antes la chica volvió a tomarlo del brazo y él se giro sorprendido, antes de que pudiera procesarlo ella colocó la mano sobre su mejilla y poniéndose de puntillas depositó un casto beso sobre sus labios. Él sintió en su interior  el remolino y vio mundos nacer, mundos perecer, ella sintió que de pronto las estrellas caían en una lluvia plateada. Ambos sumidos en ese sentimiento embriagador se entregaron completamente al momento. Al separarse Moana apartó la mirada avergonzada pero Maui no se lo permitió tomo su barbilla con gentileza y añadió guiñándole el ojo coquetamente.

-Volveré por ti.- dicho esto se transformó en halcón y partió. Moana llevó los dedos a sus labios rememorando la magnífica sensación y sonrío con ternura para sí misma.

El mar realizó la petición del semidiós, y en el refugio que brindaban los riscos Moana espero, cada segundo le resultaba eterno y a pesar de sus esfuerzos la inquietud le embriagaba por la que tarareaba el canto ancestral que su abuela le había enseñado bajito, sumergiendo apenas los dedos en el mar como si se tratase de una caricia tranquilizadora. UN silencio abismal que se vio interrumpido por un abatir de alas reconocido por ella.

-¿Moana?

-¿Maui?

-Si, no te veo, acércate a mi voz.

La isleña bajo del bote para zambullirse en el mar y alcanzar la costa

Pídele tu deseo a una estrellaTempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang