Vacío 1

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Hace mucho tiempo, cuando la oscuridad era todo, nació un joven dios. En realidad, era el único en ese momento, al igual que tenía el placer de ser la única cosa existente en el infinito espacio que componía la nada.

Él sin comprender su propia naturaleza, consiguió sentir algo entre el cascarón vacío que conformaba su cuerpo. Pero por desgracia, ese sentimiento era la soledad. Tanto fue así, que de pronto, decidió dar paso a la existencia de otro ser. Y sin saber el porqué, o tan siquiera el cómo, se dividió en una infinidad de partes. Cada una con un distinto tamaño, color y forma. Todas eran únicas, pero por eso mismo tan complicadas de entender.

El que ya era un antiguo dios, había dejado de existir. Aunque su plan era simplemente dividirse en partes iguales, terminó creando un mar completamente inmenso, de criaturas vivientes. Pero ahora, en lugar del dios vacío, dos dioses fueron los que tomaron su lugar, junto con una pequeña parte de su poder.

Si bien, ellos tampoco comprendían nada de lo que los rodeaba, se dedicaron a analizar un solo lugar en concreto. Era un planeta recién creado, por lo que la vida que había en él, era casi ninguna. Sin embargo, la paciencia de los colosales seres, parecía igual de infinita que la antigua oscuridad gobernante. Es por esta razón que durante tantos milenios, observaron de cerca la evolución de los seres.

De ellos comprendieron varias cosas de las cuales no eran conscientes. Incluso se podría decir que apenas se enteraron que eran dioses, gracias a las creencias de las criaturas del lugar. Pero ignorando ese tema, ambos fueron experimentando cambios, tomando el rol que los seres inferiores les habían dado.

Pero antes, ambos decidieron ponerse un nombre, al igual que una forma física. El primero eligió el nombre de «Ketter», mientras que el otro decidió nombrarse como «Kipper». Ketter tomó forma de una de las razas que habitaban el planeta, y en cambio, Kipper decidió crearse la suya propia.

Ambos cambiaron su propio ser, y decidieron hacerse presente en el planeta que habían cuidado en silencio. Una vez tuvieron contacto con los habitantes del lugar, ellos reaccionaron de distintas formas con ambos. A Ketter, por parecerse y tener tanto en común con la raza dominante, la aceptaron como un igual, incluso le respetaron y veneraron. Pero como era de esperarse; al dios desconocido, Kipper, lo rechazaron y amenazaron, pues sus diferencias eran totalmente notables, creando miedo en sus corazones.

El mayor error que le pudieron enseñar, fue a rechazar lo desconocido. Pues provocó una ira incontrolable en él, mientras lo corrompía por dentro la misma oscuridad que le dio su origen. Atacó sin piedad a toda criatura viviente, incluso llegando a lastimar a la que ahora había sido la familia de Ketter.

Fue allí cuando decidió enfrentarse a su hermano; pues incluso al saber que ellos habían hecho mal, el amor que tenía por aquellas criaturas, no le permitían dejar que murieran. Así que comenzó una guerra de tan sólo dos participantes.

Pero Ketter no era tonta, sabía perfectamente que el poder de Kipper era el suficiente como para destruirla a ella, como a todo lo existente que conocía. Así que sin más remedio, utilizó su habilidad para crear un cuerpo tan fuerte, que ni él pudiera destruirlo. Pero el costo no era ninguno, ya que una vez hecha la jaula de su hermano, ella terminaría agotando el poder que le mantenía con vida.

No quería morir, pero si algo sabía, es que no lo haría, mientras la recordasen. Es por esta razón, que si al mirar el cielo de día, lograras ver la jaula que elimina la oscuridad guardada en su interior. A la vez que mantiene a toda forma de vida en el planeta, consciente de ella, dándole algo de poder por encima de su hermano, quien ya fue olvidado.

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