Segundo intento (parte 3)

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Descubrí de mala manera algo sencillo: el odio no es una buena arma. Lo ataque con eso, él me lo devolvió, me llenó de odio. Luché por reprimirlo, estoy intentando. Realmente, se siente bien escribirlo, debo anotar eso como otro medio para aliviarlo, aliviar sus efectos.

El olor desapareció, sin embargo, sigue allí. Esta vez, estoy en problemas. Antes decía que era un "parásito afuera del huésped", bueno, pues no. Se metió en mí, revolvió mi estómago y dañó más profundamente mi corazón. Ahora, habita en mí. Eso era lo que quería, soy tonto y no lo entendí. El odio es su comida, la tristeza, el miedo, todo sentimiento negativo.

Yo, creo, debería alejarme de alguien más. Si abro mi boca, él saltará, sé que lo hará. Va a desgarrar su cuerpo por dentro, tal como lo hace conmigo. No puedo permitirlo, aún así, estoy cansado. ¿Por qué debo ser yo? Aunque, claro, fue mi culpa.

Siempre pensé que sería capaz de lograr todo solo, jamás imaginé que sería tan complicado. ¿Cómo lo sabría? En todos mis años de vida, nadie se propuso enseñarme. Lo aprendí de pequeño, era obvio que seguiría ese camino. Ahora, yo soy el enfermo, el aislado, el estorbo. Me infecte y mi familia carga con el riesgo de que ellos también caigan.

Sin un guía, sin abrazos, sin amor, con miedo, sin poder comprender. Era demasiado inmaduro, soy demasiado inmaduro. Todavía está en mí, desde aquella vez en que decidí confrontarla, hasta la vez en la que decidí recuperarme. Nunca me dejó.

Quisiera hacerle lo mismo, pero sé que está mal. Jamás, jamás, jamás lo haré, soy mejor, lo voy a demostrar. Si nadie creyó en mí, alguien lo hizo, pero, ahora, depende de mí. Y, cuando menos se lo esperen, yo los ayudaré, porque de eso dependen. Está bien, el juego se encuentra en difícil.

Ahora, esta cosa en mi interior me hizo ver: somos lo mismo.

De verdad, cómo lo odio, los odio. Pero sé que podré perdonarlo.

CírculoWhere stories live. Discover now